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      Una bomba a punto de explotar

Min Yoongi era un hombre de treinta y cuatro años, medía uno setenta y ocho y pesaba ochenta kilos. Tenía tatuada gran parte de la mitad derecha de su cuerpo y sus ojos eran de un gris clarísimo.

Le gustaba el kick-boxing y los autos rápidos, con una predilección especial por los Ferraris; y lo no-humano que más amaba en el mundo era a Beast, su mastín italiano.

Había heredado una pequeña fortuna en la industria de calzado gracias a su padre, pero en el momento en que habían puesto aquella empresa en sus manos la había vendido y había usado el dinero para levantar un imperio en el sector de la tecnología. Creaban los mejores videojuegos y las mejores consolas. Tenía miles de profesionales trabajando para él y su solo nombre se había convertido en una marca.

Las revistas lo catalogaban como uno de los diez solteros más codiciados del planeta, así que si Min Yoongi tenía algo de sobra, era mucha seguridad en sí mismo... ¡Y aquel chico desgreñado y bocon se la había pisoteado en un segundo!

-Cuando se trata de Kim Minnie, tengo dos problemas -le dijo esa tarde a su perro, mientras le lanzaba la pelota en los jardines de su mansión. Sobra decir que nadie lo entendía mejor que Beast-.

—¡Me gusta! Me gusta para bajarle esos lindos bóxer, darle veintitrés nalgadas y follármelo salvajemente donde quiera que lo encuentre, da lo mismo si es un ascensor o el escritorio de mi oficina. ¿Eso es raro, verdad? -El perro ladeó la cabeza y sacó la lengua. Y el otro problema es que el no parece tener ninguna intención de dejarme hacérselo. ¡Así que lo odio! ¡Es engreídt, respondon... y cuando lo veo se me paran hasta los pensamientos, Beast!

El mastín ladró, alcanzó la pelota y la sacudió tan fuerte que acabó rompiéndola.

Yoongi chasqueó los dedos y lo señaló.

-¡Exacto! ¿Ves? Por eso eres el mejor -rio acariciando a Beast-. Vamos a darle una lección al Jovencito Striptease.

Así que al día siguiente, cuando Jimin entró en la oficina del CEO, no tenía ni idea de lo que le esperaba.

Yoongi lo miró con una sonrisa sarcá stica y se aguantó todos los demás instintos. Sin siquiera saludarlo le hizo una seña para que lo siguiera y lo llevó a la sala de juntas, donde estaba reunido hasta el último ejecutivo Senior de aquella empresa. Los más importantes, los más poderosos.

-Damas y caballeros, quiero presentarles al joven Kim Minnie, uno de nuestros analistas -anunció con tono grave -. Minnie ha descubierto que uno de ustedes me está robando, o al menos trató de hacerlo.

Todos los presentes lo miraron con odio y Jimin se giró hacia él, frunció el ceño y apretando los puños.

-Fue muy astuto -continuó Yoongi rodeando la mesa para ponerse a su lado y darle una palmadita en el hombro-. Debemos estar agradecidos porque gracias a el podremos atrapar al ladrón.

Lee ya fue despedido ayer, pero el Joven Kim asegura que estaba protegiendo a uno o varios de ustedes. - Jimin se sonrojó, pero no dijo nada. Todos los ojos estaban fijos en el y en Yoongi-. Así que el se encargará de investigar a fondo y descubrir quién diablos me está robando para que yo pueda despedirlo como se merece. Ahora, quiero que trabajen en estrecha colaboración con el joven Kim, y que le hagan la vida... muy fácil.

Los murmullos de disgusto se
levantaron en la junta, porque en un
segundo había pasado de ser un analista a ser el auditor que le arruinaría la vida al menos a uno de ellos.

-¡Ah, por cierto! Kim Minnie tambié n será a partir de hoy el supervisor de todos los analistas financieros añadió el señor Min acercándose a el y estrechando su mano con una mirada penetrante y una sonrisa capaz de derretir los polos-. Felicidades por su ascenso... Joven Kim. -Arrastró aquellas últimas palabras con tono sensual y lo dejó solo frente al pelotón de fusilamiento.

• CONTRATO CON EL CEO MIN • | ~Y.M. ~| Où les histoires vivent. Découvrez maintenant