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Después de todo lo que ocurrió con el señor Wallabee, por primera vez Beooklyn deseo que el día de jornada 'laboral' terminase rápidamente para poder ver a Mason.
Ya era costumbre para ambos verse o hablar en las noches después que ella saliera de Basura y Más.
Pero por alguna razón, la argentina sentía que estaba vez sería diferente, o tal vez así lo sentía cuando recordó la extraña forma en la que Henry se comportó en la Capicueva con ella cuando se iba.
Por supuesto, algo en ella seguía gritando de emoción, después de todo lo que ocurrió entre ellos, esa fue una de las pocas interacciones que tuvieron además de ignorarse o responderse con monosílabos.
Le dolía.
Pero ella era la culpable de eso, pensaba, después de todo, era ella quién no lograba superarlo con el rubio lo hizo.
Sin embargo, el británico la ayudaba a tratar de recuperarse poco a poco; pero por un instante, cuando abrió sus ojos ante la sorpresa del de pecas, una inmensa tristeza recorre su interior.
De todos los lugares , ¿Por qué tenía que traerla ahí?
Ante ella, el inmenso letrero del pueblo que reconoció al instante, estaban en la cima de la del monte Swellview, donde Henry Hart como Kid Danger le prometió que le revelaría quien era.
Sin palabras, la pelinegra no pudo hacer otra cosa que fijar su mirada en el británico, que solo la miraba atentamente.
Mason sonrío vagamente para esconder su melancolía, se prometió a si mismo no enamorarse cuando sabía que era imposible no hacerlo.
Se repitió a si mismo que no le importaba.
Pero fue inevitable, ahora comprendía por que le había insistido tanto en no aceptar; aunque la perfección no existiese, para él ella parecía ser lo más cercano a la palabra.
En ese instante, supo porque Henry lo odiaba cuando estaba con Brooklyn, porque él también lo haría.
—Eres hermosa, Brooklyn—Pronuncia el castaño mientras pasaba la mirada en ella para apreciar lo perfecta que se veía en aquel vestido, levanta la mirada para fijarse en la clara mirada de la chica.
Mason solo pudo murmurar un "si" cuando Brooklyn le pregunta si lo decía enserio.
Sabía que no era la última vez que la vería, pero sería la última vez que lo haría de esa forma, el arrepentimiento pasa por su cabeza por unos instantes cuando sus miradas chocan.
Claro contra oscuro que se hacía eterno.
Una dudosa y casi petrificada Brooklyn frunció el ceño cuando creyó notar que la nariz del británico se tornaba algo roja, justo como a ella cuando estaba apunto de llorar.
