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—No, espera un segundo, detente—Ruega Henry, intentando alcanzar a la argentina cuando sube las esclarecer de su la casa—No, no la cierres, no la cierres—Pide, pero es demasiado tarde, Brooklyn ya se había encerrado en su habitación.
El corazón de Henry se estruja cuando escucha un sollozo ahogado, había protegido todo ese tiempo a Brook, temía que alguien o algo pudiese lastimarla; pero al final, fue él quien lo hizo.
—Solo vete—Escucha la entrecortada voz de su novia, Henry niega antes de pegar su espalda contra la puerta y empezar a deslizarme hasta sentarse en el suelo.
—Voy a seguir tocando hasta que abras—Asegura sin pensar en moverse de ahí, de otro lado, Brooklyn también apoya su espalda contra la puerta, era eso o caer por completo al suelo, aún sentía que sus piernas iban a fallarle y por fin se derrumbarían para que ella llorar sin parar—Lo eché a perder, ¿Si?.
La argentina cierra sus ojos para cuando más lágrimas recorren sus mejillas, no querían sentir así; odiaba ser tan vulnerable, quería salir y gritarle a Henry, golpearlo o simplemente ignorarlo para siempre, pero una parte de ella no lo permitía, no cuando reconocía la voz quebrada en él.
—Lo lamento—Se disculpa después de recuperar la voz, igual que la adolescente; Henry también lloraba, culpándose a si mismo por todo—Brooklyn, por favor, habla conmigo—Suplica, limpiando las gotas saladas de su mejilla—Fue mi culpa, es mi culpa... todo esto—La adolescente muerde su labio inferior para no sollozar agitada cuando su pecho empieza a subir y bajar rogando por aire, y sin pensarlo se quita la estúpida peluca de Dora para lanzarla con rudeza al suelo.
La mano de la chica tiembla, queriendo abrir el seguro de picaporte; tal vez lo mejor era aclararlo... ¿Por qué lo haría cuando todo fue tan claro?, Henry seguía sintiendo algo por su ex novia, y eso ni ella podía cambiarlo.
Brooklyn no sabía si fue desesperación o una estupidez; pero solo lo hizo, salió por su ventana de forma silenciosa para que Henry no la escuchase y la siguiera. Su padre tan siquiera estaba en el país, en ese momento no tenía a ninguna figura paternal que la abrazara para susurrarle que todo iba bien; aunque así no fuese. El dolor era real, y Brooklyn necesitaba a alguien que le mintiese.
Y un solo nombre cruzó por su mente.
La persona más cercana a ser un padre para ella.
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