24. Colapso

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Narra Caitlyn

— ¡¿Cómo diablos perdió mi teléfono?! — Le espeté furiosa al hombre frente a mí. — ¡Solo tenía que hacer una sola cosa!

— Por favor señorita, cálmese. — Su intento de calmarme no hacían más que calentarme la sangre.

— ¡No me joda doctor! — Exhalé con desespero. — Lo amenazaron, ¿verdad? — Se queda en silencio y aparta la mirada. — Usted no es más que un cobarde.

— Cait, cálmate. — Escuché la voz de Caroline detrás de mí.

— Calmarme es lo último que haré. — Tomé las llaves del auto de papá y me dirigí fuera de la habitación.

– No hagas ninguna locura Caitlyn. — La escuché decir antes de que cerrara la puerta.

Loca ya nací y esto ya se había convertido en algo personal, le envié un mensaje rápido a William para que me encontrara en casa de Harry, necesitaba todo el apoyo posible.

Una vez llegué al estacionamiento, rápidamente salí a la calle para buscar al único que en este momento podía ayudarme.

Me estacioné frente a la gran casa que ya conocía y caminé hasta la puerta. Estaba a nada de tocar el timbre cuando escuché un coche estacionarse y miré para encontrar al rizado saliendo con unas bolsas de supermercado de su auto.

— ¿Qué haces aquí Caitlyn? — Me observa que extrañado al llegar frente a mí.

— ¿Sabes rastrear un teléfono? — Inquirí con zozobra.

— Hola Harry, ¿cómo te va? Todo bien, ¿qué tal tú? — Fingió hablar con alguien y yo no tenía tiempo para esto.

— Déjate de tonterías Harry, ¿Puedes rastrear un teléfono o no?

— Claro que puedo Caitlyn, sostén esto. — Me extendió una bolsa que rápidamente tomé y lo ví sacar la llave para luego abrir la puerta.

Entré seguido de él y dejamos las bolsas en la cocina.

— Necesito que seas rápido. — Lo apuré mientras subíamos las escaleras.

— Ya entendí Caitlyn, pero ¿puedes decirme qué es lo qué pasa? Estás rara.

—Mientras menos sepas es mejor. — Entramos en su habitación.

— Te equivocas, mientras más sepa es mejor. — Lo vi observar por toda la habitación. — Mierda.

— ¿Qué pasa ahora? — Cuestioné desesperada. — En serio necesito que te apures Harry.

— Le presté mi ordenador a Maddie, pero creo que ella salió. — Chasqueé la lengua y busqué en mi cabello una orquilla.

— Ahora vengo. — Salí de su cuarto para detenerme Justo frente a la puerta de Maddison. Me coloqué en cuclillas frente a la madera y puse la orquilla en una línea recta.

— ¿Qué haces? — Susurró Harry poniéndose a mi lado.

— No me desconcentres. — Espeté mientras con paciencia insertaba la orquetilla en el cilindro de la perilla, Justo donde va la llave.

La giré hasta que ya no pude darle más vueltas y volví a meter otra orquetilla en el cerrojo, con un poco de destreza y los movimientos correctos, escuché el clic de la puerta y la empujé.

— ¿Dónde aprendiste e... — Las palabras de Harry se quedaron en el aire cuando la puerta se terminó de abrir y sentí que todo mi interior colapsó ante la imagen frente a mí.

— ¿Qué diablos? — El habla abandonó mi cuerpo por unos segundos en los que caí sentada en el suelo por la impresión. Apreté los ojos deseando que todo esto sea mentira pero no, todo esto estaba sucediendo.

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