Narra Caroline
Escuchaba una voz gritar mi nombre a lo lejos pero no sabía de dónde provenía.
— Caroline. — La voz se esclarecía y reconocí que era masculina. — Caroline.
Abrí los ojos pero los cerré de inmediato ya que una fuerte punzada me atravesó la cabeza al chocar que la luz del día.
— Caroline, ¿estás ahí? — Reconocí la voz de Ernesto llamando y busqué de dónde provenía la voz.
Al mirar hacia un lado de la cama, me llevé una gran sorpresa al encontrar a un chico totalmente desnudo a mi lado y por la sorpresa que me causó, me caí de la cama.
Por suerte la alfombra aminoró cualquier golpe fuerte pero aún así, mi cabeza quería estallar.
— Caroline, si no abres la puerta en este momento, la tiraré. — Las palabras de Ernesto calaron en mí y me puse de pie como pude.
Al levantarme observé al chico desnudo sonando su cien y mirando por la habitación.
— ¿Qué...? — Su mirada chocó con la mía y noté que miraba mi cuerpo con los ojos muy abiertos, fue cuando recordé que estaba desnuda y tomé la sábana para cubrirme rápidamente.
Su rostro estaba rojo como tomate al igual que el mío, cuando su mirada bajó por su cuerpo, abrió la boca y como pudo se cubrió con una almohada el paquete.
— Yo... — No alcancé a decir nada porque la puerta se abrió de par en par, interrumpiéndome.
— Caroline, por Dios, me tenías muerto de preocupación. — Ernesto entró en la habitación y abrió los ojos al ver la escena adentro y una mujer desconocida para mí, se mantuvo en el umbral, callada.
— ¡¿Qué demonios Sebastian?! — La expresión de Ernesto pasó de sorprendido y preocupado a enojado en un segundo. — ¡Sal de mi casa ahora!
Gritaba como loco mientras recogía la ropa de Sebastian, yo no hacía nada, estaba en blanco, ¿qué debía hacer? Y sobre todo ¿qué hacía en casa de Ernesto con ese chico?
El tal Sebastián reaccionó cuando observó al Ernesto acercarse a él, saltó de la cama y con la almohada en mano, cubriendo su paquete salió casi corriendo de allí.
Ernesto le lanzó la ropa y se detuvo para recogerla, pero luego salió corriendo.
Sentí la mirada de Ernesto sobre mí y en ese momento solo quise que la tierra se abriera y me tragara.
— Ernesto... yo... — Hablé sin saber muy bien qué decir, ni siquiera recordaba nada de lo de anoche.
— No digas nada Caroline. — Él salió de la habitación echando humos y yo me dejé caer sobre la cama deseando desaparecer.
Apreté los ojos y sobaba mi frente intentando recordar aunque sea un poco de lo que sucedió anoche y cómo había llegado a la casa de Ernesto.
Sentí unos pasos acercarse y luego como el colchón se hundía a mi lado.
— No te preocupes, ya se le pasará. — Sentí la mano de aquella desconocida acariciando mi espalda descubierta.
— ¿Tú crees? — Mientras más intentaba recordar alguna cosa, más mi cabeza quería estallar.
— Sí, los padres siempre perdonan a sus hijos.
— Ya, lo malo es que Ernesto es mi tío. — Contesté sin mucho ánimo. — Ni siquiera recuerdo cómo llegué a esta casa.
— ¿Ah, no? ¿Ni siquiera me recuerdas a mí?
— Lo siento, pero no, quisiera poder recordar aunque sea algún detalle.
YOU ARE READING
Disforia
Teen Fiction¿Quedar embarazada jugando tan sólo 7 minutos en el cielo? Tienes que tener una suerte de mierda o ser la maldita diosa de la fertilización. #3 embarazo adolescente | 17/05/2023 #5 embarazo inesperado. |16/07/2023 #2 embarazo adolescente |05/08/202...