6. Una mentira tras otra.

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Narra Harry

Estas últimas semanas con Caitlyn había sido una verdadera fantasía cumplida, lo imaginé tantas veces pero nunca pensé que se volvería realidad, aunque no sea de la forma en que me hubiera gustado.

Caitlyn me había atraído desde el primer día que la vi, luego hablé con ella y me empezó a gustar y después, inevitablemente, me enamoré.

Pero ella se veía tan inalcanzable para mí que me limité solo a fantasear, ella es un poco más mayor, mi hermana es una mamá gallina y además de que pensaba que Caitlyn no se fijaría en mí, ella tenía novio, quien por cierto era mi amigo.

¿Cómo el tímido de la escuela era amigo del mariscal de campo de la escuela? Fue pura coincidencia que a ambos nos apodaran "Pete" y así inició una amistad, entonces, ¿por qué me había fijado en su chica?

No lo sabía. Caitlyn suele ser como las serpientes, de alguna manera te engatusan y luego, simplemente te atrapan.

Como una droga que una vez que pruebas, quieres más y mientras más intentas dejarlo, más lo necesitas.

Y ya yo la había probado, ahora quería más.

Tomé mi teléfono y busqué entre mis contactos su nombre, al encontarlo, pensé las cosas durante un segundo y le marqué, unos segundos después, escuché su voz.

— ¿Harry? — Noté cierto atisbo de duda en su voz.

— El mismo. — Le respondí. — ¿Cómo estás?

— Sentada, comiendo pancakes. — No la podía ver, pero estaba seguro de que ella estaba sonriendo. — ¿Por?

— Quería invitarte a salir... — Le confesé armándome de valor.

— ¿Querías? ¿Ya no?

— Sí, me refiero a... ya sabes... ¿quieres salir? — Le cuestioné por fin. Sentía mi corazón galopar como caballo cuando se quedó en silencio durante unos segundos y no pude evitar mirar a la pantalla del teléfono celular para saber si seguía allí.

— Claro, tú di dónde y cuando y yo voy. — El oxígeno me volvió a los pulmones al escuchar sus palabras y sonreí, nervioso aún.

— ¿Qué te parece Starbucks, en dos horas? — Sugerí rogando porque aceptara.

— Mejor en una hora, hasta luego guapo. — Y colgó, dejándome con una sonrisa de idiota enamorado.

Recuerdo la primera vez que la vi, hace seis meses, acababa de salir del centro de rehabilitación y la vi, maquillando a mi hermana para subirle el ánimo.

No siempre había sido tímido y antisocial, antes era el típico renegado que se volvió un "chico malo" por causa de sus padres muertos, hice cosas de las que no estoy orgulloso y por suerte Maddie me sacó de ese mundo de mierda.

Alejé los pensamientos del pasado y me fui a duchar para estar presentable.

Una vez listo, observé a Maddie viendo una película en el salón, sentada en el sofá, de espaldas a mí.

Me aseguré de ser silencioso y me dirigí hacia la puerta a paso de tortuga, ya estaba llegando y me emocioné.

— ¿A dónde crees que vas, Pete? — Escuché la voz de mi hermana detrás de mí, se tomaba muy en serio el papel de mamá gallina.

— A salir con unos amigos. — Contesté sin encararla.

— Ni siquiera tienes y, mírame cuando te hablo. — Apreté los ojos y me di la vuelta.

— Ya tengo diecisiete Maddison. — La miré un poco enojado.

— Ya lo sé, solo te molesto. — Sonrió. — Ve a hacer porno del malo, gigantón.

DisforiaWhere stories live. Discover now