Termine de ordenar mi por fin, con todo el quilombo de la casa que teníamos ya íbamos ordenando de a poco, la ropa de Exequiel también tengo que guardarla.
Sentí que la puerta se abrió, pensé que era Lola... pero al bajar me encontré con Exequiel y una caja en sus manos, lo miró confundida.
— salí antes del entrenamiento mi amor. –me da un beso. Te traje un regaló.
— ¿qué cosa?. –sonreí.
— ¿vos te acordás cuando hablábamos por videollamada todos los días?. –me miró y asentí. Siempre me dijiste que querías que.
— cumplir mi sueño, cantar. –dije obvia.
— aparte amor, dijiste que querías algo, un animal.
— un conejo, un erizo, un colibrí, una tortuga, un hurón.
A medida que iba nombrando los animales Exequiel iba abriendo sus hermosos ojos sorprendido.
— creo que eran esos nomas. –me reí.
— lo nombraste, así que toma.
Me pasó la caja con cuidado, al abrirla chille de la emoción, no puedo creerlo, siempre quise a este animalito tan hermoso.
— ¡un hurón!. –grité emocionada. Ay mi amor, gracias.
Lo llené de besos y Exequiel soltó una risita.
— agarralo mi reina.
Lo agarré con cuidado, era algo tan hermoso y chiquito, lo llené de besos al hurón, la puta madre, voy a llorar.
— ¿cómo le vamos a poner?. –me sonríe.
— Coco. –sonreí. Vos te vas a llamar Coco mi amor, ¿sabes?.
Exequiel rodeó mi cintura formando un abrazo, dejó su cabeza apoyada en mi hombro y yo sonreí.
— ¿de dónde lo sacaste?. –lo mire.
— una compañera del trabajo de Lola andaba regalando y yo le pedí uno.
— te amo. –le di un beso. Sos hermoso.
Ahora les voy a mostrar una foto de mi nuevo hijo.
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