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—¡Annie! —su madre gritó desde la puerta—. ¡Uno de tus amigos está aquí!
Luan suspiró con pesadez, se había despertado apenas unos pocos minutos atrás y sobraba decir que no estaba en el mejor estado de ánimo.
Aún así bajó las enormes y amplias escaleras de su casa con rapidez, esperando encontrase con Sirius o Peter.
En su lugar, se encontró con Remus.
Habían acordado que pasarían unos días en casa de Luan durante el verano, darían un paseo por todos los lugares posibles e incluso irían a una playa que sólo los magos conocían.
—Remus —ella saludó con un abrazo rápido que fue tímidamente correspondido por Remus.
—Hola, Luan.
—¿Sabes algo sobre Peter, Sirius o James? —preguntó mientras caminaba hacia la sala de su casa, hizo una seña con la cabeza para que Remus lo siguiera, él así lo hizo.
Era la primera vez que Remus visitaba la casa de Luan, se encontraba nervioso en toda la extensión de la palabra.
—Dijeron que llegarían hoy, probablemente se les hizo tarde.
—Oh, bueno... ¿te gustaría subir a mi habitación?
Remus paró sus movimientos en seco.
—¿E-Eh?
—Tengo una colección de música y libros, tal vez te interese verlos —ella respondió.
Le costaba hablar con Remus, de todos sus amigos merodeadores, era con el que menos hablaba. Él siempre parecía ansioso y parecía no escuchar cada vez que ella hablaba, así que no sabía muy bien qué sugerirle a Remus.
—Oh, creo que la colección de libros suena bien.
—¿Sabes? Tal vez la oficina de mi padre sea el lugar adecuado para ir, él debe de estar allí, hoy es su día de descanso.
Remus nunca en su vida había odiado ser tan puntual como en ese momento, nunca en su vida había conocido a un auror, ni mucho menos al padre de Luan. Cada vez que se veían en la estación sólo iba su madre o su hermano.
Él estaba enamorado de Luan, conocer a su padre podría arruinarlo todo, ¿y si no le caía bien y le prohibía volver a su casa? ¿Y si le prohibía volver a hablar con Luan? Merlín, habían tantas probabilidades de que todo saliera mal.
—Eh... bueno, supongo que está bien —él respondió.
Luan lo dirigió por toda su casa hasta llegar a la oficina de su padre, que más bien era usada como una biblioteca personal por Luan; era muy bien sabido que si la joven Ravenclaw no se encontraba en su habitación escuchando música, estaba leyendo junto a su padre.
