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EL GRAN DÍA HABÍA LLEGADO. Luan estaba realmente nerviosa, había pasado los últimos días planeando la broma hacia Snape junto a los merodeadores por las tardes y por las noches no dormía pensando en cómo hacer que Evan quedara en ridículo frente a la clase.
Hasta este punto, Luan había pensado en todas las preguntas que sus profesores le harían si llegaban a sospechar de ella y encontró la respuesta para cada pregunta. Había creado un plan casi ideal.
—Suerte, Luan.
—Lo harás bien.
—Sólo..., que nadie te vea, ¿bien? Algo me dice que si nos atrapan este castigo lo impartirá Minnie.
Habían acordado que ella sería la persona que pusiera los dulces en la mesa de Slytherin. La idea había sido de Luan, después de todo. Y no quería arriesgarse a que alguien viera a alguno de sus amigos.
Así que ahora tenía la capa de James en una mano y los dulces en la otra mientras recibía palabras de aliento por parte de los merodeadores. Todos igual de nerviosos y emocionados que ella.
Se encaminó hasta la mesa de Slytherin, cubierta por la capa y en silencio dejó los dulces con la nota. Se habían tomado el tiempo de hacer las letras diferentes a las que usualmente usaban al escribir para evitar ser descubiertos.
Dejó la caja de caramelos en la mesa, lo que fue sencillo ya que faltaban alrededor de quince minutos para que empezara la hora del almuerzo. Luan había conseguido salir antes con la excusa de que tenía dolores menstruales, su profesor no hizo preguntas y la dejó ir a la enfermería en compañía de los merodeadores, que habían insistido en ir con ella para cuidarla en caso de que se desmayara por el dolor.
La ejecución fue rápida, dejó los dulces y todos salieron corriendo al ala de enfermería antes de que alguien los pudiera haber visto rondando por el comedor a esa hora. Tardaron unos pocos segundos en llegar con Poppy gracias a uno de los pasadizos que habían descubierto unos años atrás.
