SIETE

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—Necesito un porro —dice Luci.

—Como digas.

Luci hace chirriar la silla. Va a su cuarto. Cinco segundos después aparece con un porro en una mano y su gato acurrucado en el brazo. ¡Ahí estaba la criatura! Escondida, porque no le gustan los extraños. Lengüetea el pescado tatuado en el antebrazo de Luci.

No te lo quise comentar antes, pero el gato es un idiota.

—Ten, sostén a Cuchito.

Luci me lo lanza a mí cuando te lo podría haber lanzado a ti. Pero claro, se ve que no confía su hijo a desconocidos. Te caerías de espaldas si Luci relatara todo lo que su gato significa para ella. Yo estornudo inmediatamente. Los grandes escritores suelen ser amantes de los gatos. Habrá excepciones o yo no seré un gran escritor, sencillamente.

No sé de dónde salió el encendedor. La llama, el humo. Un ritual arcaico. Primero tú. ¿Quieres? Luego, yo... Estornudo, toso y me ahogo. ¡Mala idea para un alérgico a los gatos!

—¿Tienes agua? —le pregunto a Luci.

—¿Desde cuándo tomas agua?

Ella no sabe que es una ridiculez pedirle un trago, porque Luci no bebe. ¡Me impresiono al pensar cómo Morton la llegó a amar!

—Eh, alto ahí —respondo—; el tanque que se mueve con petróleo no decide hacer la combustión con petróleo ni los vehículos eléctricos deciden moverse con voltios. Ya ves que uno no elige su combustible.

—¡Ja! —La risa de Luci siempre es una carcajada cortada, sonora—. Quizás qué bobadas digas ahora. Ten, fuma más. Y que tu agente no tenga miedo.

Nos pasamos el porro las veces que son necesarias hasta acabarlo. Siento cómo el escalofrío me recorre. No puedo evitarlo. Es como si mil agujas tanteasen mi piel, pero luego se retiran y ya sé que en cualquier momento comenzaré a pensar pastosamente en escenas imposibles.

—¿Sabéis? No tendría un gato, pero sí que tendría un tigre —empiezo como si un sorteo me hubiera dado a mí el primer turno.

—¡Un tigre blanco! Me encantan —agrega Luci—. Mira a Cuchito; es como un tigre en miniatura.

—Es un felino, Luci. Algún parecido habrá.

—Un felino no es una mascota para mí. Un felino te ataca para comer tu carne. Un gato es incapaz de hacer eso.

—Dale la oportunidad...

—Cuchito come pescado. Eso sí que le gusta... Ah, yo sería un elefante.

—¿Jugamos a... ser animales? Creo que dije... dije... No recuerdo bien, pero estoy seguro que tenía que ver con los gatos. Los felinos y los que no lo son... Y que son mascotas... Ji, ji, ji.

—¿Qué? ¿Qué es lo gracioso?

—Tus ojos...

—¿Mis... ojos? Si vieras los tuyos... Están para freír huevos... A ver, agente literario, tus ojos. Me gustan, porque siento que sí son tuyos...

—¿Ojos que no son de una persona? —Incluso en situaciones como aquella no puedo evitar tomar apuntes de oraciones sugerentes—. Podría ser un androide... Un ciego que se implantó otros ojos... Los ojos de un loco.

—Pásame a Cuchito. ¿Cierto que no me comerás a pedazos? Te adoro, mi gatito —Luci le planta un beso en los minúsculos labios—. ¿Quién es mamá? ¿Quién es la que más te quiere en todo el mundo? ¿Quién es...?

Luci siempre se distraía con su gato. Le dirigía piropos que me servían para fastidiar a Morton. ¿Quién era el idiota más tierno del mundo? ¿Y quién tenía que aguantar al gato durmiendo entre ambos? Cosas por el estilo; originales y necesarias.

Y ahora sufro el embate de mis pensamientos que se agolpan en espiral. (Puedes obviarlos para que te quedes con los tuyos...)

Parto en Tailandia... Aterrizo en el océano... Pienso en esos colores... (Es, al fin y al cabo, otro mundo, porque... porque no puede ser posible... O sea que es imposible... que un lugar que se llame Tailandia... pertenezca al mismo mundo en donde vivimos... Según los rumores, allá le echan aceite de coco a los platos... ¡Aceite de coco!)... Morado... Morado y lila... Morado, lila y púrpura, definitivamente. ¡Ya lo tengo! Mares morados... nubes lilas... playas púrpuras y frutos violetas... Morti disfrutando del sol tornasolado... Es un maniquí de cera que se derrite... Lenta y sangrantemente...

Odio tener una idea... Después la olvido... La vida sin explicaciones es más fácil... Duele menos pensar... Yo en las Bahamas y una maleta por carga... Luces azules... Tragos grandes como piscinas... Las nubes son esponjas de hielo... Da lo mismo bañarse en el mar o en el cielo...

¡A... AAA... AAAAAAAAA... CHÚ!

Siento cómo retumba mi nariz... Es lo que deben sentir los cañones cuando se disparan... Una bala... Dos, tres... Lejos, al mar azul... Una bala como la de una pistola. Pum, pum, muerto... ¿De quién se escudaría el muerto? Pero no, muerto no es igual a suicida... ¿O sí? Los noticieros hacen la diferencia, así que debe ser falso... Los periodistas son quienes dicen «volver a repetir»... La gente los escucha... todos los días... a toda hora... La hora hace que acabe el día... Tú, gato, Lucifer y yo... Un "Mort" a las espaldas es mucha carga...

Hasta la vista, baby.


ENTRAMADOS POR UN CADÁVERWhere stories live. Discover now