57|Necesita lograrlo

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Miré a los chicos por encima de mi hombro. Alcé la mano, impidiéndoles hablar, y les pedí que me acompañaran a hablar con el encargado del bar; no entendieron por qué, pero asintieron. Abrí la puerta que nos conduciría al pasillo donde estaban el cuarto de limpieza, los baños del personal y los despachos del encargado y del dueño.

Tyler me dijo que el despacho del encargado del bar estaba al final del corredor. Caminé con paso rápido. Las pulsaciones se me dispararon y la expectativa se movió en mi interior. Rogué internamente que aceptara que Lizzy tocara.

Un metro y medio antes de llegar, Ian me agarró del brazo y me preguntó qué estaba pasando. Me detuve y una nueva sensación zigzagueó en mi interior. No sabía cuál era, solo que necesitaba hacer esto por Lizzy.

—Lizzy tiene que subir a tocar el piano —respondí.

Mis amigos abrieron los ojos y me dijeron que me ayudarían a persuadir al encargado. Tyler tocó la puerta con los nudillos. Aguanté la respiración hasta que el encargado nos permitió entrar.

Los chicos ingresaron después de mí, pero quedé detrás de ellos mientras pensaba qué decir.

Chase se me adelantó. Explicó que una amiga nuestra era pianista y que había hecho una apuesta conmigo, una que yo había ganado.

Apoyé la espalda en la pared aledaña a la puerta y miré a los chicos y al encargado mientras me mordía el interior de las mejillas, indeciso. Solo mencioné que ella tenía problemas para presentarse delante de mucha gente, pero que estaba seguro de que se enfrentaría a sus miedos.

El encargado me escrutó escéptico. Fruncí la mandíbula. Él no conocía a Lizzy.

Los chicos me observaron incómodos.

Tragué saliva y di unos pasos hasta el escritorio.

—No tengo ningún video para demostrarle que digo la verdad, solo mi palabra. Casi siempre practico con Lizzy y... Es fantástica. Yo... La ayudaré, si es necesario en algún momento. Pero tiene que hacerlo. No se trata de la apuesta, sino de que... —Me percaté del frenesí de mi corazón y, al mismo tiempo, un sinfín de emociones trepó por mi cuerpo—. Tiene que volver a enamorarse de la música.

El encargado pasó la mirada desde mí hasta los chicos. Ninguno dejaba de mirarme.

Había hablado con seguridad y confianza en Lizzy. También había demostrado que la quería y que ansiaba que resurgiera porque se lo merecía.

El encargado hizo una mueca.

—Bien. Pero si surge algún contratiempo...

—Nos encargaremos. —Di un respingo cuando Chase me puso una mano en el hombro—. Aunque no será necesario, ella lo hará de maravilla.

Sonreí con los labios cerrados y coincidí en mi mente.

El encargado asintió y nos autorizó a avisarle a Lizzy. Los chicos y yo le agradecimos al unísono.

—Espero que esa chica se dé cuenta de cuánto confías en ella —dijo el hombre.

Sonreí con los labios cerrados, cabizbajo. Yo también esperaba eso.

Tyler me apuró para que le notificara a Lizzy. Junté aire, me despedí del encargado del bar al mismo tiempo que los chicos, y me dirigí a la puerta. Cuando la cerré detrás de mí y me di la vuelta, Tyler simuló quitarse una lágrima de la esquina del ojo, y Chase e Ian me observaron enternecidos. Los fulminé con la mirada.

—¡Fue tan lindo lo que dijiste, Will! —dijo Chase.

La sangre se concentró en mis mejillas. Metí las manos en los bolsillos de mi chaqueta.

—No me molesten, es serio —mascullé—. Lizzy necesita lograrlo.

—No seas gruñón. —Rio Tyler—. Lo decimos de verdad, ¡qué bueno que la estés ayudando!

Me costó tragar. «Ella también me está ayudando», pensé. Y algo muy dentro de mí me dijo que lo estaba haciendo de más formas de las que yo era capaz de discernir.

—Le avisaré que ya puede subir —murmuré.

Mis amigos asintieron y fueron con las chicas al sofá.

La expectativa anidó en mi interior mientras apuraba el paso. En el camino tuve que esquivar a unas cuantas personas. Cuando estuve a menos de cinco metros de distancia, Abby y Emma voltearon a verme. Me sorprendió que ambas lo hicieran con aprobación, no lo esperaba de Abby.

Lizzy sorbió varias veces el agua de la botella que aferraba como si la vida se le fuera en ello.

El corazón me latió desbocado al acercarme a ella y le puse las manos en los hombros.

—Ya está arreglado, Blackwell. Puedes tocar.

Abrió los ojos y aguantó la respiración. Su rostro se tornó ceniciento. Hice una mueca, preocupado. Alcé su barbilla. Tragó duro y a duras penas me sostuvo la mirada.

—Tranquila, ¿sí? Estaré cerca de ti, todos estaremos aquí. Cuando estés lista, te ayudaré a subir al escenario.

Respiró hondo y me pareció que estaba preparándose mentalmente.

—Vamos —musitó.

Percibí un atisbo de temor en sus ojos grises, pero estaba intentando creer en ella misma. Sonreí orgulloso y la ayudé a bajar de la silla.

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¿Una estrella que no se apaga? (Lost Souls #1)Where stories live. Discover now