41|Feliz cumpleaños

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Se me contrajo el estómago cuando Chase estacionó detrás del auto de Tyler. Tragué con dificultad mientras vislumbraba la fachada de la casa de Lizzy, a través de la ventanilla. Las luces estaban encendidas.

Reprimí una sonrisa. Algo me decía que Lizzy estaba feliz y me alegraba poder presenciarlo, así que me quité el cinturón de seguridad y bajé de la camioneta. Chase le puso el seguro y saludamos a las amigas de Tyler.

Tyler tocó el timbre. Aguanté la respiración y moví la pierna izquierda mientras metía las manos en los bolsillos de mi abrigo. Entrar en esa casa y compartir ese momento especial con ella me haría entender lo cercanos que nos estábamos volviendo.

Un chico tan alto como Chase nos abrió la puerta. Supuse que era el hermano de Lizzy. No eran idénticos, pero la forma en la que nos miró, curioso pero amable al mismo tiempo, se me figuró igual a la de Lizzy; además, tenían el mismo color de ojos y de cabello. Se presentó como Christopher y nos invitó a pasar. Era una casa de paredes blancas y altas y decoración rústica.

Christopher nos guio hasta el patio, pero antes les devolvimos el saludo a los señores Blackwell, quienes se asomaron por la puerta de la cocina. Retomamos el rumbo y nos detuvimos en la puerta que conducía al patio, de paredes de ladrillos. Estaba decorado con globos dorados y unas notas musicales, unas claves de fa y de sol colgaban de las paredes. Al fondo había una mesa con bebidas, más corta que la que ocupaba la mitad del patio.

Encontré a Lizzy hablando con quienes asumí que eran sus abuelos paternos; Abby y Emma estaban cerca de ella. Se había arreglado más que de costumbre, pero se veía bien, sencilla y cómoda en su propia piel.

Tyler, Chase y las chicas se turnaron para entrar en el patio en silencio. La abrazaron por detrás y la felicitaron por su cumpleaños. Lizzy giró la cabeza, sobresaltada, pero no tardó en sonreír y saludarlos.

A mí, en cambio, la sensación de que estaba adentrándome en la intimidad de Lizzy no me permitía caminar.

Y un perro ladraba. Christopher lo sujetó de los costados y le pidió que se calmara. En algún momento el golden retriever se sosegó y nos observó a todos, desconfiado.

—¡Ah, te alegra vernos! Pensé que nos ibas a sacar a bastonazos, por lo sorprendida que luciste al darte cuenta de que éramos nosotros.

Lizzy puso los ojos en blanco mientras reía.

—No puse esa cara por los chicos. Fue por ti, rubio teñido. No pensé ver tu feo rostro por aquí.

Tyler frunció el ceño. Los demás rieron. Me tapé el labio inferior con el superior, divertido.

—Soy hermoso —farfulló Tyler.

—Sí, lo que te haga feliz, Ty —se mofó Lizzy.

Él le sacó la lengua.

Lizzy invitó a los chicos a sentarse y se presentaron ante los abuelos y las dos mejores amigas de Lizzy.

Entonces, Lizzy miró en mi dirección y abrió los ojos. Agaché la cabeza y sentí cómo el calor se me alojaba en las mejillas y me bajaba por el cuello. Esbocé una sonrisa y me acerqué a ella.

—No me mires como si fuera un fantasma, Blackwell. —Reí bajo.

Contuve el aliento cuando su aroma entró en mi nariz mientras le besaba la mejilla y la abrazaba.

—Pensé que no vendrías... —Todavía estaba sorprendida, pero contenta.

—¡Agradéceme! —Chase levantó los brazos y sonrió—. Lo arrastré hasta aquí. Ethan me dio su aprobación.

No había tenido que «arrastrarme».

—No empieces a fastidiarme —mascullé—. Ya me tocó soportarte todo el camino.

No me refería a su fanatismo desmedido por Queen, y ambos lo sabíamos, sino por lo que me había dicho: «Deja que se quede contigo, y, por favor, demuéstrale que te importa».

Apreté la mandíbula y me vi los pies. Me parecía que sería cuestión de tiempo para que Lizzy se ganara toda mi confianza.

Chase me sonrió burlón y le guiñó un ojo a Lizzy. Ella movió la cabeza, risueña, y me pidió que me sentara. Me presenté ante sus abuelos y Christopher, quien me miró con la misma curiosidad de Lizzy.

♪♪♪

Los abuelos, el hermano y las amigas de Lizzy quedaron encantados con Chase, Tyler y sus amigas mientras hablaban de lo que los apasionaba: a los chicos, la música —Chase también comentó sobre su carrera universitaria y las clases de violín que impartía— y a ellas, la danza.

Los escuché cuando no me llegaban mensajes de Jessica. Ethan estaba tan estable como era posible. Jess se había asegurado de que tanto él como mamá cenaran; y, cuando le pregunté por el trasplante, me contestó que no era momento de que habláramos sobre eso, que me divirtiera en el cumpleaños de Lizzy.

Miré a Lizzy de reojo. Estaba riéndose por algo que Tyler había dicho.

Había procurado no usar tanto mi celular por respeto, pero me sentí mal por tener la mente en el hospital.

Le pedí a Jessica que siguiera manteniéndome al tanto. Bloqueé la pantalla de mi celular y lo guardé en un bolsillo de mi tapado.

Los tíos de Lizzy llegaron con sus hijos. Diez minutos después, un chico se presentó como Matt, el mejor amigo de Christopher.

Los padres de Lizzy ingresaron con las pizzas listas, alrededor de las nueve de la noche, y les pidieron a sus familiares que tomaran asiento.

Lizzy se acomodó entre Emma y yo. A mi izquierda se sentó la abuela paterna de Lizzy y, más allá, su abuelo, al lado de su mamá. Su papá presidió la mesa. El resto se congregó donde encontró un sitio libre.

Me estiré y miré las pizzas ya cortadas sobre unas bandejas de madera. Agarré la de cuatro quesos para mí y la de pimientos para Lizzy; ella me agradeció con una sonrisa. Mordisqueé mi porción y cerré los ojos mientras agradecía mentalmente estar ingiriendo comida casera y deliciosa. Cuando los abrí, señalé la comida para indicarle lo buenas que estaban. Lizzy me concedió la razón.

Los familiares de Lizzy cantaron más de diez veces el Feliz cumpleaños. Cuando ella les preguntó, divertida, si iban a hacerlo de acuerdo con la cantidad de años que cumplía, le dijeron que sí, pero terminaron cansándose. El resto los acompañó de inmediato; yo decidí hacerlo en algún momento solo para molestarla.

El ambiente fue dicharachero y divertido. Lizzy tenía una bella familia y era muy querida. Me sentí algo incómodo porque no sabía de qué hablar con los demás, ni siquiera con Lizzy, pero estaba pasándola bien.

Tyler invitó a Abby y a Emma a la presentación que daría la banda, en noviembre.

Un nudo se construyó en mi estómago y deposité la rebanada de pizza en el plato.

Lizzy me miró de reojo mientras Tyler y Chase conversaban al respecto, animados. Bajé la vista al plato y mastiqué la pizza con lentitud.

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¿Una estrella que no se apaga? (Lost Souls #1)Where stories live. Discover now