43|Riesgos

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17 de octubre de 2015.

El ruido de unos muebles a los que estaban moviendo me despertó. Gruñí entre dientes, me abracé a la almohada con un brazo y con el otro me tapé la cara del sol que entraba por la ventana.

Sin embargo, no seguí durmiendo. No podía. Debía levantarme pronto si quería ensayar para el conservatorio antes de ir al hospital.

Arrastré los pies hasta la cocina para prepararme un café. Mientras esperaba a que estuviese listo, me apoyé en la encimera y no pude evitar mirar la fecha en el calendario que mi madre me había insistido para que pegara en la pared de la cocina. Todavía faltaba para noviembre, pero me preocupaba retrasarme con el alquiler del departamento. Por día realizaba varios viajes en auto, a veces compraba comida para mamá y para mí y no creía que el seguro médico fuese a pagar todos los gastos de la internación de Ethan.

Me serví el café y unté mantequilla en unas tostadas. Acomodé todo en una bandeja y la llevé a la sala. Luego, me paré frente a mis discos y elegí Parachutes, de Coldplay. Di un respingo cuando al escuchar más ruido de gente que movía muebles.

Prendí el televisor y subí el volumen para no escuchar tanto la mudanza, y me senté en el sofá a desayunar. La piel se me puso de gallina cuando empezó a sonar Don't panic, la primera canción del álbum.

Saboreé el desayuno y moví la mano con la que no sostenía la taza en el aire, siguiendo el ritmo de las canciones, de tanto en tanto.

Cuando oí el inicio de Yellow, me quedé quieto. La piel se me empezó a poner de gallina y el pulso se me aceleró gradualmente. Algo me decía que esa canción era una de las adecuadas para la presentación en el bar y que yo tenía que tocar y cantar con mis amigos, no precisamente por la apuesta que había hecho con Lizzy, sino porque la música era mi escape. Y en ese momento mi realidad era caótica y vivía en una incertidumbre constante.

Canté en voz baja. Cerré los ojos, apoyé la espalda en el sofá y me visualicé en el escenario del bar, tocando aquella canción y presenciando cómo el público disfrutaba el espectáculo.

Lavé en la cocina lo que había usado para desayunar, me cepillé los dientes y entré en mi habitación. Encendí mi laptop y busqué los acordes de Yellow. Los copié en una hoja de mi cuaderno para mostrárselos a los chicos cuando ensayáramos más tarde.

Una sensación placentera se extendió por mi cuerpo. Ansiaba ensayar con mis amigos y olvidarme de mis preocupaciones por un rato.

Una vez apagué mi portátil, saqué los apuntes que había tomado en clases y los que Lizzy me había pasado, además de las canciones que debía preparar para las audiciones y el material de las tres asignaturas del conservatorio. Tragué duro al ver la pila de hojas sobre mi escritorio y me alenté a practicar. Dentro de todo estaba teniendo los resultados que los profesores esperaban.

Intenté imaginarme en un ensayo con Lizzy, para que la ansiedad no me desconcentrara. Al principio sentí la cabeza embotada, pero no me rendí, y sentí que mi desempeño había mejorado.

Cuando absorbí mejor los conocimientos, imaginé que estaba delante de mis profesores. El señor Brooks era el que menos me intimidaba. El señor Thompson, por otro lado...

Aplané los labios y seguí tocando. Esa semana, a pesar de mis momentos de desconcentración, no había recibido regaños ni miradas tan antipáticas de su parte.

A la una y media, me preparé un almuerzo rápido. Mientras esperaba que estuviera listo, los acordes de Yellow se reprodujeron en mi cabeza y mis dedos se movieron sobre la encimera. Canté en voz baja y disfruté el cosquilleo que se me formó en el estómago; subió hasta mis hombros al pensar en que en unas horas estaría haciendo música con mis amigos.

¿Una estrella que no se apaga? (Lost Souls #1)Where stories live. Discover now