Capítulo 37 (I)

38 9 3
                                    

Le di una mordida a la pera en mi mano y observé el árbol donde solía sentarse Clavel. Ya eran cinco días sin ella, seguramente se había marchado del país.

Mis amigos me llamaron e hicieron señas para que me apurará y tras revolear los ojos terminé de comer la pera en unas pocas mordidas. Ni comer tranquilo podía.

Empecé a jugar de delantero como siempre. A veces me desconcentraba pensando en las cosas sucedidas las semanas pasadas, pero rápidamente espantaba esos pensamientos. Tenía que concentrarme en el juego y dejar de pensar en Clavel, aunque la extrañará.

Logré anotar un gol y oí varios aplausos. Tanto mis amigos como yo miramos al lugar de donde provenía el aplausos y ellos volvieron a lo suyo, pero yo me quedé como estatua observando a la chica que aplaudía.

¿Estaba delirando?

—No dejaís de ser un presumido Samuel.

—Narciso —murmuré impresionado y fui a donde ella estaba olvidando el complemente el juego—. No has cambiado nada.

—Las mujeres nos hacemos más bellas con el tiempo —declaró sonriendo—. Vos también seguís siendo igualito.

—Hablas como Clavel —comente con nostalgia—. ¿Cómo has estado?

—Muy bien —aseguró enseriándose y cruzo sus brazos—. Primero me dejaís cruelmente para que persiguiera mi sueño de ser doctora. ¿Luego seguís soltero hasta viejo? Sois tonto Sam.

—Perdona por eso —comenté apenado—. No iba a arruinar tu futuro pidiéndote que te quedarás conmigo. Tampoco querías dejarme así que tome la decisión que creí mejor.

—Yo también tenía derecho de elegir que hacer. Podíamos haber seguido siendo novios apesar de la distancia —expresó Narciso y paso sus dedos suavemente por mi mejilla, después bajo la mano—. A veces pienso en vos. Me alegró que un día me escribieraís un mensaje explicándome porque me habeís roto el corazón. He seguido adelante, solo que en ocasiones recuerdo lo bien que estabamos como novios. Incluso acomodabamos nuestros horarios.

—Nos queríamos mucho. Ahora es pasado.

—He oído que os habeís enamorado de mi hermanita —comentó Narciso—. Cuando cogeís valentía sois impresionante. Mis hermanas no me dijeron nada, pero un día os vi a los dos; hablabaís y sonreían. Sam, ¿la quieres?

—La quiero. —afirmé—. ¿Qué importa eso? Ella me engaño y se fue del país.

—¿Por qué creeís eso? —inquirió viéndome. —Sí, Clavel tenía malas intenciones. Sin embargo, pocas veces te mintió. Aparte, he logrado que retrasarán su boleto. Mis otras hermanas se han ido, pero ella no se va hasta que yo le devuelva su pasaporte.

Narciso me sonrió y yo imite su acción observándola con incredulidad.

—¿Esperaís una invitación para ir a ver a mi hermana? —cuestionó ella—. No seaís idiota. Prepara algo y ve a hablarle.

—Pero, ¿y si...?

—Alto ahí —me interrumpió Narciso—. Si no lo haceís te arrepentirás. No os quedeís con la duda.

Tenía razón. Era hora de ser valiente. Hora de tomar apuntar con cuidado el balón para anotar en la portería y obtener el triunfo.

Solo perdeís cuando te retiras sin ver que aún el tiempo sigue andando.

Seguir intentándolo hasta el último segundo —murmuré pensativo.

La Narciso de mis recuerdos asintió.

Hasta el último Samuel. Un segundo puede hacer la diferencia.



N/a
Como ven me he puesto a escribir de una forma en que no hablo, si ven algún error díganmelo.

Leo vuestros comentarios.

Tírame mi balónWhere stories live. Discover now