Capítulo 11

47 10 4
                                    

Me tiré encima de mi cama quedando boca abajo y esperé una llamada de mi entrenador durante cinco minutos, ain embargo no la recibí. Fruncí mi rostro al darme cuenta de lo falsa e hipócrita que podía ser la gente.

Mientras pensaba oí que alguien tocaba mi puerta y me levanté a abrir, era mi hermana.

—Hola —saludé sin ánimos.

—Holis —saludo Argelia agitando exageradamente sus manos—. ¿Qué haces? ¿Estabas aburriendote y cuestionándote cosas sin sentido?

—No —respondí extrañado por su comentario—. Solo aburriendome.

—Tienes que salir más de casa —indicó de forma regañona.

—Suenas a mamá —expresé revoleando los ojos— ¿A dónde quieres salir?

—A una cafetería —declaró sonriente Argelia.

—Me arreglo y nos vamos —accedí sin muchas ganas.

Al estar listo montamos en mi carro, el cual pocas veces usaba, y fuimos a una cafetería sugerida por mi hermana. Cuando entramos el olor a café inundo mis fosas nasales. Argelia me guió a una mesa para dos y nos sentamos frente a frente. Era agradable salir de casa.

Dejó de ser agradable cuando un líquido caliente calló sobre mi pulover. Sentí la tentación de quitarmelo para dejar de sentir el ardor, pero simplemente moje un pañuelo y lo pase por encima de mi ropa. Fue un alivio para mi piel.

—¿Estás bien? —preguntó una voz femenina con una pizca de burla.

Elevé mi rostro, quitando la vista
de mi ropa, y abrí mis ojos con sorpresa al ver a Clavel con una taza en sus manos. Solo esperaba que no hubiera pasado lo que creía.

—Lo siento, he derramado mi café sobre ti sin querer —dijo  aparentemente arrepentida, pero ese tonito era más falso que yo al sonreírle a las cámaras.

—Déjalo —pedí brusco. Seguramente echaba chispas por los ojos del enojo. Sabía que era  intencional.

Clavel sonrió y se marchó.  Ella definitivamente había anotado un punto. Apesar de eso todavía no podía cantar victoria hasta el final del partido.

Venía mi turno.

Tírame mi balónOù les histoires vivent. Découvrez maintenant