— Tengo donde ir después. Puedo entrar en el cuerpo que desee, cuando quiera hacerlo me iré. De momento no perderé la oportunidad de estar en el cuerpo de una bruja tan poderosa.

De repente, desaparece. Alguien acaba de invocarla, lo sé porque he visto su cara antes de desaparecer y ha sido una gran sorpresa para ella marcharse.
Rápidamente salgo de la cueva y corro en busca de los demás, que me esperan pacientes después de haberse entretenido bastante matando demonios.
Alanna correa hacia mí para abrazarme y me golpea por haberme ido de esa manera.

— ¿Eres imbécil? —Pregunta molesta— ¡Te dije qué iría contigo!

— ¿Qué es lo que no puedes llegar a entender, Alanna? —Pregunto enfadado, tanto que ella queda petrificada. — Eres un maldito ángel, no eres quién para enfrentarte a Lilith.

— Kaleb, detente. —Me pide tío Kendo.

— ¡No! No voy a detener nada. No quiero que sigáis haciendo esto. —Digo, también mirando a mamá que solamente me mira silenciosa. — ¿Tenéis idea de cómo me hacéis sentir? No necesito protección.

— Eres idiota si piensas que vamos a dejarte solo. —Me dice Alanna. — Ni siquiera enfrentándote al mismísimo Lucifer, estarás solo.

— ¿Qué os hace pensar que necesito vuestra ayuda? —Pregunto cruelmente, después rio y niego con la cabeza. — ¿No os dais cuenta todavía?

— Si, nos damos cuenta de que podrías hacer desaparecer el cielo si quisieras, que podrías hacer venir el infierno hasta aquí y poner a todos los demonios de rodillas ante ti —Habla tía Jenna. — Nos dimos cuenta desde el primer momento en el que mostraste lo poderoso que eres, y aclaro que eso ocurrió cuando tenías cuatro años.

— ¿Entonces? —Pregunto. — ¿Qué cojones hacéis protegiéndome?

— Porque de quien debemos protegerte no es del infierno Kaleb, es de ti mismo. —Contesta papá, haciendo que un nudo aparezca en mi garganta.

— ¿Qué?

— Puedes destruirte si sigues tomando decisiones a través de la rabia. —Explica acercándose. — Sé lo que estas sintiendo, lo sentí cuando tu madre murió.

— Seguís tratándome como un niño ¿No es así? Pensáis que en una rabieta voy a mataros a todos. —Río, aunque en realidad estoy apunto de llorar.

Miro a mamá, ella termina acercándose a mí y agarra mi rostro con sus manos. Me mira con sus ojos dulces y una bonita sonrisa aparece en sus labios. Ella niega con la cabeza, y seguidamente mira a todos los demás.

— Ve. —Me dice, algo que me deja confundido.

— ¿Qué?

— Sálvala.

Sonrío. Ahora soy yo quien sujeta su rostro y le doy un beso en la frente, mientras todos nos miran y papá parece no estar de acuerdo con la decisión que mamá acaba de tomar, pero no parece que a ella le importe.
Antes de marcharme, los miro a todos sin decir palabra y estoy de acuerdo en que debería disculparme, que Alanna merece una disculpa, pero no hago nada más que desaparecer en silencio.

YULIMA TYLER.

Cuestionan mi decisión.
Myke se mantiene en silencio sentado a un lado, distanciado de todos nosotros y sin querer decir nada al respecto.

— Amor. —Digo dejando a todos hablando entre ellos. 

Me mira brevemente y vuelve la mirada al suelo. — ¿Por qué lo has hecho?

— Veo que no estas de acuerdo.

— ¿Estar de acuerdo en qué mi hijo se ponga en riesgo? —Pregunta levantándose— ¿Acaso as perdido la cabeza?

KALEB ® {03}Where stories live. Discover now