CAPÍTULO 54

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CONSECUENCIAS.

Pandora

Pese a que todo lo que ha pasado era planeado, los hombres de Dimitri me dieron tremenda paliza para que todo pareciera real. Tengo el cuerpo realmente adolorido con la mayoría de las piernas y brazos cubierto por vendas.

—Lo que me voy a divertir contigo, Pandora.

—Yo también, Dimitri... —se acerca a mí y me libera de las cadenas—. Creo que esto será de las mejores jugadas que he planeado.

Se recuesta a mi lado, colocando sus manos detrás de su cabeza.

—Y todo esto por un amor enfermizo —niega con la cabeza, chasqueando la lengua—. La gente está fatal.

—Lo dice el que ha pasado desde los dieciocho a los veintiuno en una academia donde le enseñan a cometer el crimen perfecto, entre otras muchas cosas cuestionables.

—Touché —admite—. ¿Ahora qué?

—Intentarán rastrearnos. Como tú has inhibido la señal, lo intentarán con mi collar, que lleva un localizador incrustado. Después, cuando encuentren esta casa, pondrán las imágenes del satélite, momento donde nos avisarán y fingiremos que intento escapar y tus chicos me acorralan y me encierran en un sótano hasta que vengan.

—¿Te he dicho que adoro esa cabecita fría y calculadora que habita dentro de ti?

—Adoras el vodka, el frío de Rusia, las fiestas y a Elsa. Muy feo eso de no decirme que tenéis algo.

—Es que no tenemos nada —dice por lo bajo.

—Miéntele a otro, pero a mí no me engañas. Recuerda que puedo ver a través de las personas y sé que tienes algo con ella.

—Solo sexo cuando coincidimos en nuestros países.

—Todos empezamos por ahí... —me levanto de la cama—. Avisaran en unas tres horas, supongo y tengo hambre. ¿Bajamos y me preparas algo de comer mientras esperamos?

—Lo que diga la reina.

Bajamos a la cocina de esta casa tomada prestada de Marco, aunque nadie sepa que es dueño de esto, por tenerla registrada con otro nombre.

Un poco de fruta a las tantas de la madrugada con unas cuantas risas me da el chute de energía necesario para dejar darme una paliza de forma deliberada.

Todo sea por hundir a Lía para estar con Dante sin que haya un contrato de por medio.

—Ana va a poner el satélite. Es hora —avisa Dimitri guardándose el móvil en su americana.

Me levanto, echo mi pelo hacia atrás y me pongo frente a sus hombres.

—Soy toda vuestra.

Me dejo magullar para dar apariencia de ser torturada un poco. Después empiezo a correr por la zona exterior, peleando como si me estuviera defendiendo. Algunos caen al suelo porque propino buenos golpes, pero otros actúan, no como el golpe que me manda al suelo, el cual no me lo esperaba y hasta hace que se me salten las narices y caigan gotas de sangre al suelo.

—Ya podéis parar. Ya vienen —Dimitri corta la diversión.

Me tiende la mano para levantarme y un pañuelo para la sangre mientras me acompaña al sótano oscuro donde me encontrarán. Joder, el golpe me ha trastocado.

—Gracias por ayudarme.

—No hay de qué, reina. Ya me cobraré el favor cuando me cuentes lo que tramas.

PANDORA © (Sombras #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora