CAPÍTULO 41

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CARNAVAL EN VENECIA.

Dante

Una semana después de Lupercalia y aún tengo resaca física. Todo lo que hicimos en aquel invernadero que fue nuestro jardín del paraíso por una noche superan las leyes de la razón y la cordura.

No hubo ni un solo rincón que no fuese usado por nosotros. Dejamos huella en aquel lugar que fue nuestro refugio esa noche tan catárquica. Lo hicimos tantas veces que perdí la cuenta de las veces en las que gemía su nombre cuando me derramaba en ella.

Empapados, sudados, débiles y completamente colmados del placer del otro. Grabamos nuestro nombre en cada poro de la piel del otro, exploramos los límites de nuestra cordura y nos dejamos llevar por la "magia de Lupercalia". Así es como Pandora llamó a todo lo que hicimos entre esas paredes acristaladas rodeadas de rosas rojas.

Pero, por desgracia, toda esa lujuria consumida trajo consecuencias los días siguientes. Resaca sexual, la primera vez que he experimentado eso en mi vida. Es como si me hubiera entrenado veinticuatro horas ininterrumpidas en el gimnasio o como si fueran varios días de pierna en el gimnasio. Las agujetas me robaban el aliento cuando tenía que salir de la cama.

Me sentí como si un tren me hubiera pasado por encima. Pero valió la pena sentirse así, todo le pasó aquella noche compensa ese letargo físico de los últimos días.

Tal como nos metimos en nuestra burbuja por su cumpleaños, ahora toca volver a la realidad y enfrentar los asuntos que tenemos pendientes, como por ejemplo el caso que nos hemos comido sin quererlo del FBI.

Ese caso me hace palpitar la yugular y no de buena manera.

Entro a la sala de juntas que hemos convertido en segunda base de operaciones. Bastian y Ana, los cerebritos, ultiman los detalles de la operación de hoy mientras Pandora le ata la corbata a Marco y alisa con las manos el dobladillo de su chaqueta. He observado ese gesto en mas de una vez en su persona. Es como un reflejo inconsciente. Un rasgo de madre que no puede evitar hacer.

Una punzada cruza mi pecho al recordar su historia y su condición.

—¿Preparado? —Bastian le pregunta a Marco una vez estamos todo el equipo en la sala.

—Acabemos con esto de una vez —masculla Marco igual de enfadado que yo.

—El pin es la cámara con la que nosotros veremos. En el bolsillo tienes los dispositivos que tendrás que ir soltando por el lugar para que podamos oír allí dentro. No podremos poner cámaras en interior, por lo que necesitamos que lo entretengas para mantener buen barrido del perímetro. ¿Entendido, Leone? —Ana le da indicaciones de lo que tiene que hacer.

Marco asiente desapareciendo después por la puerta para ir al lugar donde se han asentado tras abandonar la ubicación que exploramos en el pasado. Hemos estado estudiando en la distancia su nueva base. Controlando sus horas de mayor actividad, el transito de clientes y de salida de mercancías. Tenemos estudiado el exterior, ahora queremos estudiar sus engranajes internos antes de atacar.

Mientras Marco llega al sitio, nosotros acondicionamos la sala de operaciones para esta jugada. La pantalla del monitor retransmite en directo lo que Marco ve, yo ajusto el micrófono inalámbrico por si tenemos que comunicarnos con él y Pandora despliega los planos que hemos conseguido de la propiedad gracias a sus contactos en el registro de la propiedad.

Cada vez cobra más sentido el típico refrán de "Hay que tener amigos hasta en el infierno".

Todos tomamos asiento a la espera del próximo movimiento. Pandora revisa unos papeles, absorta en sí misma. Frunce el ceño mientras lee, escondiendo sus cejas en la montura de las gafas que lleva.

PANDORA © (Sombras #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora