CAPÍTULO 09

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(Recomiendo escuchar Dark room de Michele Morrone cuando bajan al pueblo. La letra no es importante, es por el ritmo y el ambiente de la situación)

CINQUE TERRE.

Pandora

Me gusta jugar con fuego porque el fuego es mi elemento. Arder en el fuego eterno es el placer más exquisito que se puede llegar a experimentar, y yo, bajo la luz de luna y sobre el cuerpo del poeta, me embriago de ese ardiente y eterno placer.

—¿A dónde vas? Esto sólo era el calentamiento —musita en mi oído con la voz rasgada y entrecortada por su respiración agitada mientras me aprisiona contra su pecho.

—¿Tan desesperado estás por probar mi cuerpo que no te vale con un único orgasmo? —repito las palabras que me envió la noche del casino mientras paso mi dedo por su rostro, dibujando círculos imaginarios hasta llegar a sus labios.

El maldito sonríe y ríe, transmitiendo la vibración de su pecho al reír a mi cuerpo, haciéndome estremecer.

—Quiero recuperar todo el tiempo y comenzar a cobrarme todas las veces que me provocaste —pasa las yemas de sus dedos por mi espalda, haciendo que mi piel se erice por su tacto y que mi boca calle un jadeo—. Hoy me cobraré la primera de muchas —jadea sobre mis labios antes de rodar, dejándome sobre las sábanas mientras se levanta y se aleja buscando algo en su maleta.

Aprovecho el momento y me incorporo para admirar su trabajada anatomía, reparando en los tatuajes y cicatrices por disparos de bala que tiene en su espalda.

Rebusca en sus cosas, y cuando encuentra lo que busca, vuelve a la cama con una sonrisa maliciosa y los ojos completamente oscurecidos mirando mi cuerpo desnudo. Alza las manos y me muestra un antifaz y otros elementos. Abro los ojos de la excitación cuando presiento lo que va a hacer.

—Te voy a privar de vista y movimiento —explica muy cerca de mi cuerpo—, te amarraré a la cama, y agudizarás el tacto y oído —se coloca a mi izquierda y comienza a atarme las manos al cabecero de la cama.

No me suele gustar ser la sumisa, pero esta vez lo dejaré que me someta para que así el día que invierta los papeles y lo someta, sabré sus puntos de placer y podré jugar con ellos.

Se mueve por la cama ajustando las cuerdas que me retienen con los brazos levantados, haciendo mucho más accesibles mis pechos a su vista. Una vez que me tiene a su merced, prosigue colocando el antifaz de seda roja sobre mis ojos, privándome de las maravillosas vistas que su cuerpo me brindaba, sumiéndome en una oscuridad lasciva.

Automáticamente mi tacto y oído se activan, alerta a cualquier movimiento que mi "amo" realiza.

Mi cuerpo se eriza cuando pasa su pulgar por mi mejilla hasta llegar a mis labios, tirando del labio inferior para que abra la boca, y mete su dedo para que lo chupe, y eso hago. Lo saca después de unos segundos y lo escucho alejarse otra vez, dando pasos hacia los pies de la cama.

Siento como el colchón de hunde por su peso y eso me permite ubicarlo en la oscuridad. Espero expectante unos segundos hasta que noto como desliza algo por mi cuerpo, logrando que arquee todo mi cuerpo por las sensaciones intensificadas que experimento. Repite el proceso una y otra vez, detallando toda la silueta de mi cuerpo, cada curva y contorno, deduciendo que es una pluma lo que esta acariciando mi cuerpo, provocando que toda mi piel se erice y estremezca, a la vez que mi mente clama a gritos sentirlo otra vez llenando cada parte de mí.

Cada vez que pasa la pluma mi cuerpo se arquea y mis manos tiran de las cuerdas, produciendo un leve daño que es opacado por el placer del objeto. Dejo escapar algunos gemidos y suplicas que no son respondidas salvo por risas roncas llenas de excitación por su parte.

PANDORA © (Sombras #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora