♠ Cuarenta ♠ (+18)

86 11 8
                                    

—¿Qué haces aquí? ¿Necesitas algo?— indagó sorprendida por verme y dió pasos atrás al notar lo cerca que comencé a ponerme de ella.

En un momento no pudo seguir retrocediendo; la pared evitó cualquier tipo de movimiento, y ahí fue cuando aproveché para acorralar su cuerpo sin dejarla escapar. Mi rostro cada vez más cerca del suyo la convirtió en un saco de nervios.

—Te necesito a tí— susurré sobre sus labios, para posteriormente devorarlos en un beso apasionado sin motivo.

Ella quedó anonadada con mi acción y no le quedó más remedio que seguir el compás.

—Linda ropa— halagué por un momento separados, noté cómo se sonrojó al escucharme— ven— indiqué sin vergüenza alguna y nos dirigimos hacia su habitación.

Estando en nuestro destino, la pelinegra cerró la puerta tras ella y tomándola por la cintura la acerqué nuevamente a mí para guiarla hasta la cama y seguir cubriéndola de besos.

—Tae— me llamó y la observé atentamente— yo.. no estoy lista— confesó.

En otras circunstancias habría sonreído por su ternura y probablemente me habría detenido para no hacerla sentir incómoda.

—No haré nada que no quieras, Harmieh— informé sin más y observé por unos segundos su clavícula, donde estaba dispuesto a dejar besos hasta cansarme.

—Lo sé— suspiró al sentir el roce de mis labios sobre su piel— sé que realmente me quieres.

No me pongas en esta situación.

No mencioné palabra alguna, simplemente continué concentrado en no sentir, y hacerla sentir.

Al parecer su debilidad se encontraba en su cuello, me dí cuenta cuando mis besos se dirigieron hacia esta parte; ella respondió con un suspiro más fuerte y arqueó un poco su espalda mientras disfrutaba con sus ojos cerrados.

Con mi mano derecha acaricié su cintura y cadera correspondiente, apretándola un poco. Cómo resultado logré que la elevara un poco, logrando que nuestras partes bajas casi rozaran.

Mi mano continuó recorriendo su cuerpo, pero esta vez quise adentrarla en su blusa. No pude lograr mi objetivo, pues me detuvo inmediatamente. La observé confundido por su negación.

—No— negó— por favor.

Nuestras miradas estuvieron conectadas unos segundos más hasta que terminé asintiendo para continuar, con otra limitación agregada.

¿Qué tendrá en los pechos que no quiere que vea?

Levanté un poco la prenda lo cual la hizo alarmarse por un segundo, dispuesta para volver a reclamarme, pero la tranquilicé antes de que perdiera la calma.

—Shh, ya— ordené firmemente e inmediatamente quedó paralizada en su lugar— dije que no haré nada que no quieras.

Dicho esto, continué besándole su piel dorada, me maravillaba lo suave y  perfectamente cuidada que estaba; ni un rasguño, herida o hematoma visible.

Dirigí mis labios hacia su abdomen, logrando que esa zona temblara levemente al sentir aquel roce divino. Alcé la mirada para verla en el momento justo en que ella bajó la suya, formando una conexión ocular nuevamente. Sin apartar mis ojos de los suyos continué deslizando mis besos con dirección a su zona baja.

Recibí un asentimiento de su parte –innecesario–, aprobando mi intención y dejé un beso sobre su ropa. Con su mano, apretó las sábanas y mordió su labio inferior para intentar contener un gemido.

Sin perder un segundo más, me deshice de aquel nudo que apretaba sus shorts, para así aflojarlos y deslizarlos sin retirarlos por completo, dejándome ver unas lindas bragas oscuras debajo de ellos.

¿Siempre se vestía así de provocativa?

Esta vez quedaba más cerca de su intimidad, lo único que evitaba el contacto directo entre su zona y mis labios era aquella fina tela que la cubría.

¿La tela era el problema? Entonces, la retiro.

Desvié, sin vergüenza alguna, mi mirada hacia su parte previamente cubierta; igual de cuidada que todo su cuerpo. Al alzarla noté el color intenso en sus mejillas e inmediatamente evitó todo tipo de contacto visual conmigo.

No puedo hacerlo. No, sí puedo hacerlo.

Finalmente pude darle ese beso que desesperadamente quería sentir sobre su zona, aunque no me lo diría nunca por vergüenza y falta de confianza.

Un jadeo fue liberado por su parte al ser complacida. Así que intensifiqué los movimientos de mi lengua provocando que sus piernas perdieran el control y la tranquilidad.

—¡Ah!— chilló al sentir cómo succioné su punto débil y arqueó el cuello sintiéndose más que complacida por mi acción.

Mi niña..

Cubrió su boca al sentir mis movimientos cada vez más rápidos torturarla. En otras ocasiones, me estaría sintiendo complacido al verla gozar tanto de mi trabajo, pero desgraciadamente no puedo sentirme así.

No me detuve, el objetivo era hacerla llegar.

—¿Lo sientes?— cuestioné y asintió desesperadamente— hazlo, llega por mí.

Mi petición fue suficiente para que llenara mi boca con sus fluidos, liberando un fuerte gemido al concluir el acto.

Suspiró cansada y relajó su cuerpo sobre la cama. Cerré sus piernas débiles y me levanté para dirigirme hacia la puerta.

—¿Dónde vas?— cuestionó curiosa.

No lo hagas difícil, por favor.

Me voy, es obvio ¿no?— repliqué sin voltearme.

No tenía suficiente para mirarla a los ojos.

—¿Sólo viniste para–

—Sí— interrumpí y me giré— fue sólo medio sexo ¿vale?

Mi respuesta provocó que abriera sus ojos exageradamente y asintiera lentamente, procesando toda la información.

—Sólo sexo ¿no?— comentó para ella misma, desviando un segundo su mirada hacia el suelo, posteriormente rió amargamente y volvió a observarme. En cualquier momento expulsaría fuego por los ojos— ¿Y no podías haberlo dicho..— preguntó tranquilamente— ¡¿Desde un maldito principio?!— alzó su voz expulsando toda aquella rabia interna.

Ódiame. Será mejor.

—Porque no me importas— contesté— ni tú ni tus sentimientos. Eres una mujer más, ¿por qué lo haría?

Cada palabra se sentía como una punzada en mi pecho.

No te importo— comentó nuevamente para sí misma— ¡qué tonta soy!— exclamó dando un fuerte manotazo sobre su pierna, acción que no me esperaba— yo que pensaba que estabas comenzando a sentir lo mismo— negó molesta y desvió su mirada hacia el suelo— vete.

Dolía demasiado verla así.

—Harmieh..

—¡Qué te vayas!— ordenó en un grito de dolor interno, reteniendo a toda costa sus deseos de comenzar a llorar, pero una lágrima traicionera no pudo evitar salir.

Caminé hacia la puerta para salir de la habitación, pero no sin antes decirle.

—Es lo mejor para tí— y cerré la puerta detrás de mí, sintiendo como posteriormente desahogó todo su dolor asegurándose de que nadie la escuchara.

No quería hacerlo, y aún no quiero. No es mi orgullo, es mi pasado.

Perdóname, Harmieh.

En serio, estoy sintiendo algo también. Pero tendré que cortarlo de raíz para evitar lastimarte.

Te quiero.

Ay, chico. Me duelen los dos casos :'(

Good Heart «김태형» ✓ EN EDICIÓNWhere stories live. Discover now