Capítulo 28 - Parte 2

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Si las acciones humanas pueden ser nobles, vergonzosas o indiferentes, lo mismo ocurre con los placeres correspondientes. Hay placeres que derivan de actividades nobles, y otros de vergonzoso origen. – Aristóteles.

***

Ella convulsionó resollando un intenso gemido, que ocasionó que Enzo eyaculase encima del trasero de la bailarina. Inmediatamente sintió como la calidez descendía entre sus nalgas y entonces él se abrió hueco y ahondo con uno de los dedos en el agujero prieto. Ella se tensó y Dorian se ahueco entre sus piernas...

—Céntrate en mí —murmuró colocando el miembro en la entrada de su vagina —. Céntrate en sentir el placer que ambos te vamos a dar.

En ese instante, él se coló dentro con demasiada facilidad y se vio obligado a permanecer quieto durante unos breves segundos para bajar un par de grados su excitación. Melanie castañeo al sentir como el pene de Dorian avanzaba por su interior y el largo dedo de Enzo la exploraba sin compasión. El dolor se convirtió en placer y el miedo en deseo.

—No os detengáis —masculló con voz ronca.

—No lo haremos, morbosa.

Él sujetó con firmeza las caderas de ella y la embistió con fuertes empellones. Dorian gimió y observó como Melanie echaba su cuello hacía delante, buscándole, buscando su boca como un pececillo para besarle. La complació, la besó y permitió que la lengua le explorase. El deseo era descomunal. ¡A la mierda! Bramó para sí mismo mientras incrementaba el ritmo de sus acometidas. Pensaba correrse en su interior, pensaba tocar el cielo con ella, con su compañera de juegos, y no sería una vez, sino muchas. Melanie sintió la violencia con la que entraba en ella por lo que atrapó su labio inferior entre sus dientes y le mordió a conciencia, lo que provocó una oleada masiva de sensaciones que le hizo explotar. Su pene se abrió en el agradable interior que lo albergaba, donde se permitió el lujo de permanecer unos minutos.

Melanie se sentía laxa, sin fuerzas mientras que Enzo movía en su interior tres dedos, dos de los cuales ni siquiera fue consciente de su intromisión. Ambos amigos se miraron con complicidad. Aún quedaba lo mejor.

—Está preparada —anunció Enzo.

—Vamos a la silla Adela.

¿Silla Adela? ¿Qué era eso? Pensó Melanie agotada por la postura que llevaba adoptando desde hacía bastante tiempo. Enzo se agachó y soltó los cierres que tenía en los tobillos, Dorian la abrazó, impidiendo que sus piernas se doblasen y cuidadosamente abrió el cierre de las muñecas. Ella inmediatamente paso los brazos por el cuello de su compañero y se dejó atrapar. El trio avanzó hasta una silla negra, con cuatro patas y lo que parecía ser dos ostentosos cuernos. Un toro. Eso le recordaba a Melanie. El moreno la dejo en el suelo, junto a aquel aparato que ella aún no comprendía.

—Coge un par de preservativos y ponte uno.

Enzo acató la orden, intuyendo que ambos eran para él, ya que su amigo la había penetrado anteriormente sin funda alguna. Dorian se sentó en la silla, apoyando la espalda en el respaldo, dejando los imaginarios cuernos tras él.

—Cariño, ¿Ves que hay dos soportes en las patas? — Ella inspecciono la silla y asintió — Coloca un pie en un extremo, pasa la pierna por encima de mí y apoya el otro en el opuesto.

Melanie apoyó el pie y se apeó para poder pasar el cuerpo al otro lado. Dorian enseguida la enganchó por la cintura y aprovechó para lamer los pechos que cayeron instintivamente en su cara. Ella se sentó, quedando sobre los muslos de Dorian, quedando perfectamente encajada a horcajadas sobre él. De pronto, aquellos cuernitos que asomaban por su espalda fueron de gran utilidad. Se enganchó a ellos, sujetándose con fuerza y sonrió satisfecha al comprender su principal función.

Bailando con la traición | Erótica + 18 | Parte 1/4 Completa ✅Where stories live. Discover now