Capítulo 21

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Las leyes son semejantes a las telas de araña; detienen a lo débil y ligero y son deshechas por lo fuerte y poderoso. – Solón de Atenas.

***

Dorian llevaba media hora sentado en el sofá de Melanie, con los codos apoyados sobre las rodillas y observándola. ¿Cuántas vueltas habría dado ya al salón? ¡A este paso se desintegraría! Ella caminaba nerviosa, de un lado a otro mientras frotaba sus manos con frenetismo. Sin duda, la visita de Philip causaba esa reacción en ella. Él chasqueó la lengua, llamando su atención...

—Cariño, ¿Puedes tranquilizarte?

Melanie asintió en silencio, pero... ¿Cómo se suponía que iba a hacerlo si él también era la causa de su estado? Cada vez que la llamaba cariño o morbosa, se despertaba algo en ella que era incapaz de controlar.

—Ven aquí, por favor.

Dorian le tendió la mano y cuando sus manos se unificaron tiró de ella sentándola sobre sus piernas. Ella le rodeo con los brazos y con una voz apenas inaudible, preguntó:

—¿Y si no viene?

—Vendrá —afirmó él completamente seguro —. Tengo todo bajo control, tranquila.

Él la sintió temblar entre sus brazos, por lo que, atrapó su mentón y juntó las bocas. Melanie se deshizo, entreabrió la suya y permitió que la explorase. Dorian profundizó mucho más. La estrujó con vehemencia, contra su pecho y la asoló con la lengua. Ambos hubieran continuado con aquello, hubieran ido mucho más allá, si el timbre de la puerta no les hubiese sacado de la nube en la que se habían visto envueltos. Ella dio un brinco a la vez que pasaba la palma de la mano por su boca para borrar cualquier rastro. Él la observó abatido. ¿Por qué se ponía tan nerviosa por aquella visita? Era él, quien debería asegurarse de no tener carmín en la boca que les delatase, no ella.

—Buenas tardes, Philip.

—Buenas tardes.

Melanie se echó a un lado, invitándole a entrar. En ese instante, Dorian lo analizó. Era un hombre mayor, más o menos rondaría la edad de su padre, era alto, pelo teñido y su semblante era completamente serio e inexpresivo. Supuso que eso era lo que tanto le preocupaba a ella. Los dos hombres se miraron con atención, estaba claro que Philip no le esperaba allí y eso le descuadró en gran medida.

—Buenas tardes, Señor Carrigan. Encantado —espetó Dorian poniéndose en pie y ofreciéndole la mano —. Soy Dorian Moore, abogado de la señorita Cooper.

—¿Su abogado? —preguntó confuso mientras le estrechaba la mano — No se preocupe, sus servicios no serán necesarios. Melanie en vista está que no llegaremos a un acuerdo, así que debes dejar el piso en tres días.

—¿Qué? —estalló sorprendida — ¿Me puedes decir el motivo por el que me estas echando? —preguntó visiblemente enfadada — Llevo años aquí y jamás has tenido ningún problema conmigo. De hecho, te pago las mensualidades rigurosamente...

—Fácil y sencillo. No estoy dispuesto a perder más dinero, así que, me pagas lo que te pido o te largas.

Melanie frunció los labios y cerró las manos con fuerza. Iba a explotar ante aquel hombre y sabía que lo iba a hacer de tal manera que incluso el vecino del bajo la escucharía. Dorian carraspeó para pedirla prudencia. No debía perder los nervios, menos ante él, eso solamente le demostraría el gran poder que tenía y él no lo iba a permitir. Colocó las manos a su espalda y caminó relajado al sofá en el que había estado sentado escasos minutos.

—Señor Carrigan, ¿Está amenazando a mi cliente? —indagó observándolo con determinación — Debería saber y si no, debería haberse informado, de que está obligado a mantener la vivienda en condiciones óptimas. Además de pagar los gastos de comunidad y la reparación o cambio de los electrodomésticos o aparatos que se estropeen, cuando la causa no sea derivada por un mal uso de mi cliente. ¿Es consciente usted de que el calentador no funciona? Porque me consta que se le notificó a finales del año pasado y permítame decirle, que a día de hoy, después de más de seis meses, la Señorita Cooper sigue sin tener agua caliente en la vivienda.

Bailando con la traición | Erótica + 18 | Parte 1/4 Completa ✅Where stories live. Discover now