Capítulo 8

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Si todas las personas fuesen diamantes, los diamantes no tendrían ningún valor. Lo que hace que la gente sea valiosa no es lo que es, sino cómo su luz brilla de manera diferente a la del resto. – Anónimo.

***

Dorian esperaba nervioso y ansioso en el "Destiny" junto a su amigo Enzo, que ya le había echado el ojo a alguna fémina. Su amigo, le conocía y era consciente de que esperaba la aparición de la castaña. ¿Y si no aparecía? Eran más de las once de la noche y el local estaba en hora punta. A pesar de que era jueves, eran numerosas las personas que se agolpaban en la barra o los reservados para saciar su sed y no precisamente de alcohol. Enzo no quiso preguntar. Esperó en silencio, hasta que Dorian, con un evidente mosqueo oscilo sus ojos para enfocarlos en una exuberante rubia.

—No está nada mal... —susurró sujetando su jarra de cerveza — Aunque me atrevería a decir que no es lo que buscas.

—Lo que busco no va a aparecer —indicó guiñándole el ojo a la mujer.

—Vamos Dorian... ¿Piensas correrte pensando en ella?

Él negó. Quería sacarla de su mente. Quería disfrutar de su sesión de sexo cadente con aquella rubia de pechos grandes que comenzaba a acercarse con mirada lobuna. Enzo alzó las cejas incrédulo por la situación, no obstante, no se alejó de su amigo. Vio como la rubia llegaba hasta ellos, para dirigir su fina mano por la entrepierna de Dorian... Esté se tensó. En cualquier otro momento la hubiera hecho girar sobre su propio eje y hubiera enredado su mano bajo la corta falda que portaba, en cambio, su pene no parecía que estuviese de acuerdo con ello. Comenzaba a ponerse duro, sí, era evidente, pero porque en su mente era Melanie quien le tocaba. Bebió con celeridad y en ese instante Enzo la vio. Iba ataviada con un tentador vestido que dejaba poco a la imaginación. Codeó a su amigo y con un suave movimiento de cabeza, le indicó a donde debía mirar.

Dorian sintió que se ahogaba cuando la visualizó, pero no solo a ella, sino también al hombre que se le había aproximado con una más que maliciosa sonrisa. Él gruñó de desesperación, cuando la atrevida mano de la rubia se abrió paso por la cremallera para palparlo y masturbarlo con más ganas. Enzo visualizó la escena, críptico. ¡Joder! Aquella mujer no parecía dispuesta a parar, a pesar de que los ojos de su amigo se centraban única y exclusivamente al otro lado de la barra. Melanie reía ante lo que el hombre relataba en su oído y fue en ese momento, cuando ella batió el local con la mirada y dio con él. Ambos mantuvieron la mirada en el otro, incluso cuando los fuertes dedos del otro hombre tentaron la intimidad de ella. Melanie abrió la boca para lanzar un suspiro y sin poderlo evitar, sus mejillas se tiñeron de ese color rojo que a Dorian le fascinaba. Ambos estaban siendo masturbados, por personas completamente diferentes, pero en su mente, en la mente de ambos, eran otras manos las que les estaba llevando al éxtasis.

Enzo osciló la mirada entre ellos y se empalmo de inmediato. Llevó con malestar su mano a la entrepierna e intentó colocarla de tal manera que no resultase incomoda, pero no era fácil. Su longitud dificultaba la tarea hasta tal punto que dolía. La rubia, siendo consciente de que ambos hombres estaban juntos, se colocó entre los dos y dirigió su otra mano libre a la entrepierna de él. Los dos penes estaban completamente duros y comenzó a tocarles, pensando que quizá unos minutos después, podría disfrutarles en la intimidad de una de las salas. El rubio miro a su amigo, pero en cuestión de segundos, la atención fue al otro extremo de la barra, donde Melanie se sujetaba con ambas manos a la barra y boqueaba como un pececillo en el agua, mientras que el desconocido la tocaba, y debía admitir que lo estaba haciendo muy bien dada su fascinante tez roja. Ella sintió como dos dedos bailaban en su interior, no solo eso, sino que Dorian no la perdía de vista y eso hizo que todo fuese más fascinante y excitante.

Bailando con la traición | Erótica + 18 | Parte 1/4 Completa ✅Where stories live. Discover now