Capítulo 14 - Parte 2

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Es preciso correr riesgos, seguir ciertos caminos y abandonar otros. Ninguna persona elige sin miedo. - Paulo Coelho.

***

Enzo y Kiara

Enzo se puso el cinturón, arrancó, metió primera y salió del aparcamiento. Ambos se mantuvieron en silencio. Él evaluaba cada señal que había percibido durante la cena y sospechaba que, si abría la boca, si le decía lo que pensaba, le tacharía de loco e irracional. ¿Pero que más podía hacer? No podía ignorarlo. Si estaba en lo cierto, quería ayudarla y para ello, debía sacar el maldito tema, pero... ¿Cómo? Kiara miraba a través de la ventana, hacía una noche fantástica y por nada del mundo quería regresar a su casa. Bajo la ventanilla para permitir que un poco de aire fresco entrase en el habitáculo, tenía mucho calor. Sí, eso era lo que Enzo la provocaba. Un calor abrasador que la calcinaba como un volcán. Arrullo la tela del vestido en la palma de sus manos, alzándolo y dejando sus piernas al descubierto. Él la miró de reojo y tragó saliva al encontrarse con sus suaves muslos al descubierto.

—Kiara...

—¿Si Enzo? —preguntó con tono jocoso.

—¿Dónde quieres que te lleve? No podemos ir al club, podría estar tu hermano... —dijo manteniendo la coartada.

—Podrías follarme en la parte trasera de tu coche.

Enzo tomó aire agitado. Sin duda, se la follaría donde ella quisiese. Así eran sus encuentros. Intensos. Fugaces. Pasionales. Kiara elevó un poco la parte inferior de su cuerpo, agarró las tiras de su tanga violeta y lo hizo descender hasta sacarlo por los pies. Finalmente hizo una bola con ello y se lo dejó sobre las piernas. Enzo lo cogió de inmediato y al reconocer su humedad lo dirigió a sus fosas nasales. Olía a ella, a aquella mujer que perturbaba su mente. Su pene se alzó de manera ipso facto.

Kiara, sin pudor alguno, dirigió la mano a su intimidad. Gimió tan alto, que Enzo pensó que incluso los transeúntes de la calle la habían escuchado. Se detuvo en un semáforo y se vio en la obligación de subir la ventanilla. Estaba seguro de que poco o nada le importaba a Kiara que la observaran, de hecho, en el club se había mostrado en más de una ocasión, pero... ¡Joder! No llevaba peluca, ni antifaz y ante todo, era una mujer casada.

—Dame diez minutos —pronunció casi sin voz.

—Desabróchate el pantalón —ordenó ella.

Él ni siquiera evaluó los riesgos y aprovechando que aún se encontraban parados frente al semáforo en rojo, obedeció. Soltó el botón, bajó la cremallera y a continuación, como si supiese lo que ella quería, empujó el calzoncillo hacía abajo, liberando su erección. Allí estaban los dos, Kiara con el vestido levantado hasta sus muslos y Enzo con su pene alzado, en mitad de la avenida... Enzo no necesitaba hacer uso de su profesión para saber que, si les pillaban de aquella guisa, les caería un buen puro, por supuesto, con su multa correspondiente. Ella, de manera desafiante, se quitó una pulsera rígida plateada que llevaba, estiró su brazo frente a su cara y abrió la mano, permitiendo que esta cayera entre los pies de Enzo.

—Que descuidada soy...

A continuación, lamió sus labios y se agachó, abarcando el duro miembro del conductor con la boca. Él jadeo de satisfacción y se agarró con nerviosismo al volante. Tal era la fuerza empleada, que sus nudillos se volvieron blancos. Enzo pensó rápidamente en varias opciones. Su casa estaba demasiado lejos y era consciente de que no podría resistir media hora o, mejor dicho, ella no le dejaría, por lo que inmediatamente la descartó. La casa de Kiara, imposible. ¿Un hotel? Demasiadas evidencias. Sin duda, la parte trasera de su coche era la única zona segura en la que se podrían dejar llevar. Trazó la ruta más rápida en su cabeza hacía un descampado, el cual era famoso en el lugar por las multitudinarias parejas que acudían a retozar y cuando el semáforo se puso en verde, aceleró. Su mandíbula se tensó al sentir como sus labios lo abarcaban todo, o al menos, todo lo que podía y gimió descontrolado.

Bailando con la traición | Erótica + 18 | Parte 1/4 Completa ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora