Capítulo 24

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Severus se apresuró a salir del castillo, con el antebrazo ardiendo dolorosamente. Era la primera vez que lo llamaban desde su desafortunada visita en septiembre, el Señor Tenebroso quizás le daba tiempo para convencer a Dumbledore de su lealtad.

Apareciendo tan pronto como salió de los pabellones de Hogwarts, Severus siguió la atracción de la Marca Tenebrosa hasta el estudio del Señor Tenebroso. No es una reunión completa, entonces, reflexionó cuando entró en el despacho, cayendo de rodillas al instante.

-Mi Señor-.

Voldemort estaba sentado con una pluma en la mano, escribiendo en un pergamino tan largo que casi rodaba por el escritorio. No levantó la vista, pero habló con una voz tranquila y aguda.

-Severus. ¿Alguna noticia del viejo loco?-.

-No, mi señor-. Severus levantó la mirada disimuladamente pero Voldemort seguía inclinado sobre el pergamino. -Hasta ahora sólo ha habido una reunión de la Orden sin nada que informar. Dumbledore considera que la falta de actividad de los mortífagos es muy desconcertante-.

Asegurándose de que sus escudos de oclumancia estaban al máximo, Severus empujó los recuerdos y pensamientos falsificados o editados a la superficie por si el Señor Tenebroso intentaba ponerlo a prueba con un ataque de legilimencia por sorpresa.

Voldemort rió suavemente y finalmente levantó la vista, los ojos rojos brillando malévolamente. -Bien. Dejemos que el viejo tonto se vuelva complaciente y atacaremos cuando menos lo espere. Le dirás que estoy esperando mi momento y preparando un ataque a Hogwarts. Eso lo mantendrá suficientemente ocupado-.

-Sí, mi Señor-. Severus inclinó la cabeza en señal de servidumbre, especulando sobre los verdaderos planes del Señor Oscuro.

Voldemort dejó la pluma y le tendió el pergamino, haciendo un gesto a Severus para que se acercara. Como no estaba seguro de poder levantarse de su posición arrodillada, Severus se acercó torpemente al escritorio. No estaba dispuesto a arriesgarse a que lo golpearan con el cruciatus por caminar erguido.

-Aquí hay una lista de pociones que vas a preparar para mí, Severus. Tienes un mes para completar esta tarea. Si fallas, las consecuencias serán nefastas-. Dijo Voldemort con esa voz inquietantemente tranquila.

Severus desenrolló el pergamino y sus ojos recorrieron rápidamente los nombres de las pociones. Pociones curativas y rejuvenecedoras en grandes cantidades, la versión más fuerte de una poción para el dolor, pociones adormecedoras y una poción desconocida que Severus no reconoció.

-Mi señor, esta última poción es de lo más inusual. Algunos de los ingredientes no serán fáciles de conseguir-. Tratando de mantener la curiosidad fuera de su voz, Severus miró sutilmente a su alrededor, memorizando los títulos de los libros que había sobre el escritorio del Señor Oscuro.

Voldemort entrecerró los ojos y siseó con rabia. -¿Me estás cuestionando, Severus? ¿Dudas de tu señor?-.

Apuntó con su varita de tejo a Severus, que inclinó la cabeza en señal de sumisión. -No, mi señor. Yo nunca...-

Fue interrumpido por un siseo. -¡Legilimens!-.

Jadeando ante la abrumadora presencia en su mente, Severus empujó los sentimientos de genuina curiosidad, su sed de conocimiento y la pasión por la elaboración de pociones. Sintió que Voldemort se retiraba después de un rato, saliendo de su mente de una manera un poco menos violenta que antes.

-Veo que aprecias el desafío que te he planteado. No serás castigado por tu curiosidad profesional, Severus. Sírveme bien y te proporcionaré los ingredientes más raros del mundo, te permitiré elaborar las pociones más desafiantes-. La voz de Voldemort volvió a ser tranquila, su temperamento parecía calmado por lo que fuera que viera en la mente de Severus.

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