Capítulo 12

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Agonía.

Todo su cuerpo ardía, sus entrañas estaban empapadas de ácido. Su cuerpo estaba siendo desgarrado por bestias voraces, estaba siendo golpeado por miles de crucios a la vez.

Sólo había una palabra que podía describir lo que sentía. Agonía.

No podía ver ni oír nada, todo lo que sabía era este dolor abrumador y debilitante. Su mente se había apagado, su cuerpo perdido en el tormento.

En su estado de tortura, Severus no estaba seguro de cuánto tiempo había pasado. Podían ser minutos, podían ser horas. Podrían haber sido días, por lo que él sabía.

Tan repentinamente como llegó el dolor, había cesado. Severus se encontró desplomado sobre su escritorio, con todo el cuerpo dolorido por las secuelas.

Albus estaba sentado en la silla que Potter había ocupado durante la lección de oclumancia, observándolo con curiosidad.

Utilizando el escritorio para apoyar sus inestables piernas, Severus lo rodeó y se sentó en su silla. -¿Dónde está Potter?- Preguntó, con la voz ronca y tranquila.

-Lo mande de vuelta a su dormitorio-. Albus hizo una pausa, y luego añadió con un brillo en los ojos. -Estaba preocupado por ti-.

Severus se burló. -Me cuesta creerlo-.

Haciendo una mueca, abrió un cajón del escritorio y sacó un frasco de una poción analgésica suave que a veces usaba para los dolores de cabeza. Al tomarse la poción, sintió inmediatamente que la sensación de dolor en sus músculos se aliviaba.

-¿Y bien?- Preguntó cuando el director no habló.

-¿Y bien qué, muchacho?- Albus lo miraba pacientemente, como si le siguiera la corriente a un niño.

Severus frunció el ceño. -¿No vas a regodearte? Tu hechizo ha funcionado-.

Albus sacudió un poco la cabeza, sin intentar ocultar su decepción. -Por supuesto que no, hijo mío. Odio verte sufrir. Pero sí que estoy aliviado de que el hechizo guardián funcione correctamente. He sido alertado de tu angustia, ya que fui el lanzador del hechizo, aunque debo confesar que no esperaba que su efecto durara tanto. Parecía muy desagradable-.

Cerrando los ojos y presionando dos dedos contra su sien, Severus dijo. -El dolor era... insoportable. Imparable. Interminable...- Se recostó en su silla y continuó tras una ligera pausa. -La lección de oclumancia fue un desastre. Potter no estaba preparado, ¡no tiene defensas mentales de ningún tipo! No es de extrañar que el Señor Tenebroso pudiera manipular sus recuerdos sin dificultad-.

Frunciendo las cejas, Severus se burló. -El mocoso ni siquiera intentaba mantenerme al margen, ¡su mente está abierta a cualquiera que tenga la más mínima habilidad en legilimencia!-.

Albus lo miraba con una expresión serena en el rostro, sin hacer ningún intento de interrumpir las divagaciones de Severus.

-¡Y tuvo la audacia de culparme por su deficiencia! ¡Quizás si pasara menos tiempo galanteando con Weasley e invirtiera más tiempo en sus estudios, podría tener más éxito! Pero no, el señor Potter prefiere entretener a su amante que preparar sus clases-. Gruñendo sus frustraciones, Severus se puso a trabajar en un ataque.

-¡Y cuando me esforcé en darle más incentivos para que no me tuviera en cuenta, tuvo el descaro de gritarme!- Severus levantó la vista cuando notó que Albus se había levantado y se acercaba.

El director puso una mano en el hombro de Severus, mirándole fijamente a los ojos. -Severus-. Habló con voz seria. -El hechizo se ha activado por una razón. Admítelo, estabas perdiendo el control-.

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