Capítulo 7

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Harry no tardó en adormecerse hasta que Madam Pomfrey regresó con una bandeja de comida. La dejó en la mesita de noche y se quedó paralizada, mirando con extrañeza la silla que había junto a la cama de Harry.

Harry miró con curiosidad a su izquierda, examinando la silla, pero no pudo ver nada malo en ella. Después de un rato, Madam Pomfrey parpadeó y se volvió hacia Harry.

-Le he traído algo de comer, señor Potter, intente comer al menos la mitad. ¿Ha desaparecido el dolor de cabeza?- Apoyando una almohada detrás de la espalda de Harry para ayudarle a sentarse erguido, Madam Pomfrey se aseguró de que estuviera cómodo antes de colocarle la bandeja en el regazo.

Harry miró el tazón de caldo de pollo y las dos tostadas. Olía delicioso, pero no estaba seguro de poder comer. Tenía el estómago apretado y no tenía nada de hambre. Después de todo un verano con los Dursley, en el que Harry era feliz si conseguía comer al menos una vez al día, su cuerpo se había adaptado a la falta de alimento. Por lo general, le tomó unas semanas después de que Hogwarts ha comenzado a reprogramar su estómago a la ingesta regular de alimentos.

Sin embargo, cogió una cuchara y empezó a comer lentamente. Haciendo pausas de vez en cuando para calmar su vientre protestón, consiguió comer la mitad del caldo.

Madam Pomfrey lo observó atentamente y le quitó la bandeja cuando estuvo segura de que no podía comer más.

-La próxima vez quiero que intente comer un poco más, señor Potter-. Le dijo con severidad. -Ahora, ¿qué pasa con ese dolor de cabeza?-.

-Ya está mejor-. Respondió Harry obedientemente.

-Eres propenso a sufrir dolores de cabeza y mareos mientras te recuperas. Es importante que me informes cuando eso ocurra-.

Harry asintió, sabiendo que la Medibruja iba en serio. Había pasado suficiente tiempo en el ala del hospital para reconocer la amenaza oculta en su voz. Si no se comportaba, ella lo mantendría aquí por más tiempo y Harry no quería que eso sucediera.

Con una última inclinación de cabeza, lo dejó solo y Harry volvió a dormirse.

A continuación, se despertó con el familiar sonido de las discusiones de sus amigos.

-Sigo diciendo que no deberías haberlo hechizado, Ron. La próxima vez ignóralo-. La voz reprobatoria de Hermione se acercó y Harry se llevó la mano a las gafas.

-El imbécil se lo merecía-. Fue la respuesta de Ron.

Harry sonrió a sus dos mejores amigos mientras se sentaba de nuevo. -Hola chicos-.

-Hola Harry, ¿te sientes mejor?- Ron se dejó caer en la silla de la visita y apoyó los pies en la cama de Harry. Harry se rió de la expresión de disgusto de Hermione mientras miraba a Ron, encaramándose en el borde de la cama del hospital.

-Entonces Ron, ¿a quién hechizaste?- Preguntó Harry con curiosidad.

-Malfoy-. La cara del pelirrojo transmitía el asco que sentía. -El hurón estaba parloteando sobre cómo estabas fingiendo una enfermedad sólo para conseguir más atención, cómo estabas ordeñando tu fama ahora que la gente te consideraba de nuevo su pequeño héroe. Esas fueron sus palabras, no las mías-.

-Oh-. Dijo Harry consternado. -Espero que lo hayas hechizado bien-.

-Hice que le creciera el pelo de la nariz y de las orejas a gran velocidad-. Sonrió Ron. -Para cuando salió corriendo del Gran Comedor, ¡era tan largo que se tropezaba con él!-.

-¡Oh, genial! Ojalá hubiera podido ver eso!- Se rió Harry, conjurando una imagen de un Malfoy peludo en su cabeza.

-Fue una estupidez-. Dijo Hermione con desaprobación. -Has perdido quince puntos para Gryffindor y tienes un castigo con el profesor Snape-.

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