Capítulo 3

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Cuando las dos mujeres y su preciosa carga desaparecieron al doblar la esquina, Albus dirigió su atención al suelo manchado.

Movimientos precisos de su varita se aseguraron de limpiar toda la sangre, sin dejar ni una gota. La sangre podía usarse en muchas pociones y rituales nefastos y la sangre del Niño que Vivió era más que invaluable. Albus también examinó la pared de piedra meticulosamente, pensativo, antes de desvanecer la mancha de líquido rojo.

Sólo entonces se volvió hacia el apagado maestro de pociones, que observaba sus acciones en rígido silencio. -Ven, Severus. Tenemos que hablar-.

Haciendo un gesto de cansancio con una mano, Albus le hizo pasar al interior. Una vez que estuvieron sentados en un sofá marrón oscuro frente a la chimenea, el director convocó un pensadero que sabía que Severus tenía guardado en sus habitaciones. -Creo que sería mejor que viera los acontecimientos de esta noche tal y como sucedieron realmente, ¿no crees?-.

Albus observó cómo Severus sacaba su varita con rigidez y la colocaba contra su sien. Una fina hebra plateada apareció en la punta de la varita y Severus depositó con cautela el recuerdo dentro del pensadero. Miró a Albus una vez que hubo terminado, con los ojos llenos de emociones.

-Quiero que lo veas conmigo-. dijo Albus. Cuando Severus hizo un sonido de protesta, Albus levantó una mano para callarlo. -Debo insistir-.

Sin esperar respuesta, el director tomó la mano de Severus y juntos tocaron el líquido plateado, buceando esencialmente en la memoria del maestro de pociones.

Severus se observó a sí mismo recogiendo el diario de pociones, preparándose para sentarse cuando las guardas sonaron, anunciando una visita fuera de sus aposentos. Sintió que Albus lo tomaba del codo y lo acercaba a la puerta para que pudieran observar de cerca a su yo de la memoria.

El Severus del recuerdo abrió la puerta y vieron a Harry Potter, casi doblado por la mitad, parpadeando sorprendido cuando por fin levantó la vista hacia su profesor.

-Potter-. Severus se encogió al oírse hablar. ¿De verdad sonaba tan... rencoroso? Observó a Potter inquietarse mientras hablaba, tirando del dobladillo de su túnica escolar. Su cara parecía tan inocente, ¿cómo no se había dado cuenta Severus de eso antes? James Potter nunca había poseído esa clase de inocencia, ni siquiera cuando tenía once años.

Los ojos verdes de Harry, magnificados tras las horribles gafas, parecían demasiado grandes para su rostro.

Severus miró a Albus. El director de la escuela observaba la escena que tenía ante sí con gran atención.

Habla, chico!- El Severus del recuerdo se alzaba sobre su alumno más pequeño de forma claramente amenazante. El Potter del recuerdo se puso rígido, con un destello de fuego en esos ojos esmeralda.

Esto, Severus lo reconocía muy bien, Potter estaba enfadado. Pero, ¿por qué ahora? Fascinado, observó cómo el chico se recompuso y empezó a hablar con los dientes apretados.

Con una creciente sensación de horror, Severus vio la siguiente escena. Su yo del recuerdo agarró a Potter por la túnica y lo sacudió violentamente. Potter apenas se mantenía en pie, con las zapatillas deportivas rozadas abandonando el suelo de vez en cuando. Sus brazos colgaban sin fuerza contra su cuerpo y Severus recordó de repente otro incidente que había presenciado de niño.

El bruto de su padre, que llegaba a casa borracho y enfadado, maltrataba a la madre de Severus hasta dejarla magullada y rota. Sin embargo, ella nunca se defendió, nunca levantó una mano (o una varita) para protegerse. Sabía que el abuso sólo empeoraría si lo hacía.

Pero que Potter reaccionara de la misma manera, no tenía precedentes. ¿Cómo podía ser? Las alarmas sonaron en el fondo de la cabeza de Severus, sin embargo, por el momento apartó esos pensamientos mientras se veía a sí mismo sacudiendo furiosamente al adolescente de ojos verdes una vez más.

TRUST (IN) ME Where stories live. Discover now