Capítulo 46

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Bellatrix tragó saliva asustada. Voldemort la miraba con sus ojos casi como rendijas y la piel cetrina. Tuvo claro cómo se había enterado de su relación con Grindelwald, ya sospechó que pudiera suceder y sabía que tarde o temprano se enteraría. Por eso mismo había ensayado esa conversación una y otra vez intentando que sonara convincente.

—A Grindelwald le gusta hablar más que actuar, sí –empezó Bellatrix con voz pausada—, es uno de sus puntos débiles. Junto a varios más que he conocido gracias a mi cercanía a él. Me ha costado mucho que confiara en mí, pero empiezo a conocer sus técnicas y sus debilidades. No tengo claro qué trama, no confía tanto en mí, pero pienso enterarme.

Voldemort la escuchaba con atención, intentando discernir si mentía. Jamás se le ocurriría que pudiera estar enamorada, no: su miedo era que el poder de Grindelwald la sedujese más que el suyo, que hubiese encontrado un maestro mejor. Pero, en cualquier caso, los celos y la desconfianza eran los mismos. Ella continuó con aplomo:

—Tiene contactos. Muchos. Mi intención es enterarme de cuáles y tantearlos, ver si nos apoyarían en la guerra. No tengo ninguna duda de que si le conocieran a usted, abandonarían por completo a Grindelwald. Su proyecto es el mejor con mucha diferencia. Por eso no quiero tomar la marca tan pronto, necesito que piense que estoy de su parte hasta poder obtener lo que necesitemos de él. Luego ya...

Dejó la frase en suspenso, pero su maestro la completó:

—Luego lo matarás.

—No creo que pueda –respondió ella notando como Voldemort se alteraba—. No soy tan poderosa, aunque solo sea por edad, es mejor mago que yo...

—Tienes razón, yo me encargaré.

Bellatrix asintió forzando una sonrisa. "Tiene la varita de sauco, aunque su maestro fuese mejor, no lo lograría" pensó la chica, que en ese duelo no sabría de qué parte ponerse. Voldemort se había quedado en silencio, sin dejar de mirarla, casi podía oír los engranajes de su cabeza decidiendo qué hacer con esa información. Le preguntó por qué no le había contado antes su plan y ella le explicó que no habían podido hablar en todo el curso, no sin sus compañeros delante, y ella no confiaba en nadie que no fuese Él. Además, quería que fuese sorpresa, un regalo por ayudarla durante tantos años. Al final, pareció que Voldemort la creía.

—De acuerdo. Me complace que pongas todas tus armas al servicio de nuestra causa.

A Bellatrix le dieron asco las implicaciones de aquello, pero asintió sin dejar de sonreír. El mago hizo ademán de levantarse, pero entonces comentó en tono casual:

—Ah, se me olvidaba: necesito que me devuelvas el anillo de mi familia, quiero visitar la mansión familiar y para entrar nece...

—Por supuesto –le interrumpió Bellatrix para que no tuviese que inventarse una excusa.

"¡Qué mansión familiar! ¡Si los Gaunt vivían en una choza!" pensó, "Aunque tu padre muggle sí que debía tener dinero, lástima que no me hayas hablado de él". Se quitó el anillo y se lo devolvió al mago que lo colocó en su mano; no pareció notar el cambio de la piedra. Se ofreció a acompañarlo a la salida. Mientras caminaban, intentó devolverle el golpe al traidor:

—Por cierto, señor, me preocupa la actitud de Rodolphus... No sé si está centrado en la causa o en otras tonterías. Viene cada poco a molestarme con planes para nuestra boda, parece que no entiende que para mí es más importante entrenar y leer los libros que usted me manda que debatir sobre arreglos florales...

—Me llamó el fin de semana a través de la marca de su hermano para comentarme que vino a verte...

—¿¡Encima le molesta también a usted también!? ¡Eso ya es lo último! –exclamó Bellatrix airada.

El profesor y la mortífagaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora