Especial: San Valentín

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Nicholas

Debo preparar mí sorpresa antes de que Elliot llegué a mí casa, habíamos quedado en pasar el día juntos por ser San Valentín.

Preparé unas flores sobre la mesa, lasagna ya que es una de sus comidas favoritas y un regalo sorpresa, es algo que él quería hace tiempo.

Me alejé de la mesa para ver como quedó todo y el resultado me convenció bastante, aunque a Hunt no le importa mucho la estética de las cosas, para mí debía ser perfecto.

Mis padres se tomaron la semana para irse a unas vacaciones ellos solos y mí hermano se fue a casa de su novia a celebrar, es increíble como ella pudo soportarlo tanto tiempo, son pareja desde que iban a la primaria y aún siguen estando juntos, los admiro y espero que mí relación también sea como la de ellos.

El timbre comenzó a sonar y fui directamente a la puerta, Elliot apareció con un ramo de rosas y me dedicó una gran sonrisa.

— Feliz San Valentín precioso —me tomó de la cintura y me besó.

— Feliz San Valentín —sonreí—. ¿Eso es para mí? —observé su ramo de flores y rodeó los ojos.

— No, para tu prima —soltó sarcásticamente y me las entendió—. Obvio que son para ti...

Las tomé y sonreí, olían demasiado bien y estaban envueltas con un lazo azul y un moño.

— Son perfectas, gracias Elliot —besé su mejilla y le cubrí los ojos—. Ahora me toca a mí.

Lo guíe hasta la cocina procurando de que no se tropiece con nada y finalmente saqué mis manos de su rostro.

— ¿Eso es lasagna? —me miró mordiéndose un labio y yo asentí—. Por dios te amo tanto.

Me abrazó tan fuerte que casi me deja sin aire y fue corriendo a sentarse, parecía un niño pequeño, era muy tierno verlo de esa manera.

— Oh, ten —le di mi otro regalo—. Antes que digas algo, el dinero no importa. Yo sé que lo querías hace tiempo y papá me ayudó.

— Maldición... —negó con la cabeza mientras sacaba un reloj de mano—. Nicholas esto... muchísimas gracias, lo adoro.

Dio una de sus mejores sonrisas y se lo colocó en su mano izquierda.

— ¡Me alegra que te guste! —sonreí.

Elliot se paro rápidamente y comenzó a besarme desesperadamente.

— Me haces tan feliz —susurró en mí oído.

— Y tú a mí —lo abracé y él se aferró más a mí.

Luego de un par de minutos en esa posición, ambos nos miramos fijamente, todavía lograba que me sienta nervioso cuando me miraba a la cara fijamente.

Nos sentamos a comer la casi fría lasagna mientras miramos otro anime, Demon Slayer, estaba orgulloso de traer a Elliot hacía el lado otaku, aunque sé que prefiere perder todas las extremidades antes que admitir que le gusta ver anime.

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Habíamos pasado una tarde en casa ya que la lluvia arruino todos los planes de salir y pasear.

Fue divertido igualmente jugar videojuegos, juegos de mesa, a las luchas donde claramente salí perdiendo y Elliot con un rasguño en el brazo. También cocinamos un pastel, que Elliot se comió todo y continuamos viendo distintas cosas en la televisión.

— Aún me queda un regalo más —Elliot me sacó de mis pensamientos.

— ¿Que es? —volteé a mirarlo y sonreí.

— Es una tontería pero... mierda me da mucha vergüenza —se puso completamente rojo.

— Me estás asustando...

Elliot sacó de su mochila una pequeña cajita, sus manos le temblaban y estaba muy nervioso.

— Aquí hay dos anillos... —no logró seguir porqué lo interrumpí.

— Ay por dios ¿me vas a pedir matrimonio? Elliot yo si quisiera casarme pero no ahora es decir ¿ahora? Somos muy jóvenes y además vamos a estar separados y ¿que va a pasar? O sea ni siquiera tenemos trabajo y... — Elliot me interrumpió mientras reía.

— Por supuesto que no te lo voy a pedir ahora, son anillos que simbolizan nuestro noviazgo... — los sacó de la cajita—. Y luego de estos anillos... siguen los de matrimonio que algún día también te daré, pero el significado que yo le doy a esto es... que siempre vamos a estar juntos sin importar las dificultades, sin importar la distancia y sin importar las discusiones tontas.

— Oh... Elliot —sonreí y extendí mí mano para que él coloqué el anillo—. Vamos a poder, no te vas a librar de mí tan fácilmente.

— Ni tú de mí — sonrió y beso mi mano—. Algún día voy a colocarte uno mejor, de eso estoy seguro.

— Que sea con diamantes, plis —hablé sarcásticamente y ambos comenzamos a reír.

Le coloqué el anillo a Elliot y él me cargó para ir directamente a mí habitación.

Me tiró sobre la cama y se subió sobre mí, se sacó la camiseta y comenzó a sacarse el cinturón del pantalón.

Fue muy sexy verlo hacer eso, demasiado.

Me desvestí hasta quedar en bóxer al igual que Elliot, los míos son de color rojo y los de él negros.

Comenzó a besarme apasionadamente mientras nuestros miembros se rozaban, rodé su cuello con mis brazos y Elliot tomó un preservativo de la mesita de luz.

— Estoy tan caliente —susurró en mí oído mientras se lo ponía.

Esas palabras me habían hecho estremecer completamente. Terminé de sacarme el bóxer y Elliot comenzó a penetrarme lentamente.

— D-despacio Elliot —me aferré a su espalda.

— Estás demasiado apretado —mordió mí lóbulo—. Voy a tener que cogerte más seguido.

Parecía que todo mi cuerpo comenzó a arder en llamas en el momento que dijo eso.

Comenzó a aumentar las estocadas mientras nos besabamos.

Varios gemidos salían de nuestras bocas, eso aumentaba aún más el placer del momento.

— Elliot yo ya... — solté un gran gemido y un suspiro cuando acabé.

— También yo... —me volvió a besar.

— Estuvo genial — sonreí y me recosté en su pecho.

— Estuve pensando —debía prepararme para la idiotez que iba a salir de su boca—. Es una lastima que no puedas quedar embarazado, ya hubiésemos tenido muchos hijos.

— ¿Qué? —negué con la cabeza—. No puede ser...

Ambos reímos y nos acostamos mirando el techo mientras escuchábamos la fuerte lluvia.

— Feliz San Valentín, rubio precioso.

— Feliz San Valentín, pelinegro gruñón.

Desconocidos [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora