━━━ back to hogwarts

Start from the beginning
                                    

Los alumnos fueron sentándose a las cuatro largas mesas del Gran Comedor, que pertenecían a cada
una de las casas del colegio, bajo un techo negro sin estrellas, idéntico al cielo que podía verse a través
de las altas ventanas. Las velas que flotaban en el aire, sobre las mesas, iluminaban a los plateados
fantasmas que había desperdigados por el comedor, así como los rostros de los alumnos, que hablaban
con entusiasmo intercambiando noticias del verano, saludando a gritos a los amigos de otras casas y
examinándose los recientes cortes de pelo y las nuevas túnicas.

Una vez más, Harry se fijó en que la gente
inclinaba la cabeza para cuchichear entre sí cuando él pasaba a su lado; apretó los dientes e intentó hacer
como que no lo había notado o que no le importaba.

Luna se separó de ellos al llegar a la mesa de Ravenclaw. En cuanto los demás llegaron a la de Gryffindor, a Ginny la llamaron unos compañeros de cuarto y fue a sentarse con ellos; Atena, Harry, Ron, Hermione y Neville encontraron cuatro asientos libres hacia la mitad de la mesa, entre Nick Casi
Decapitado, el fantasma de la casa de Gryffindor, y Parvati Patil y Lavender Brown; éstas saludaron a Harry con tanta despreocupación y efusividad que el chico no tuvo ninguna duda de que habían dejado de
hablar de él un segundo antes.

Pero Harry tenía cosas más importantes en que pensar: miraba por encima
de las cabezas de los alumnos hacia la mesa de los profesores, que discurría a lo largo de la pared del fondo del comedor.

—Ahí tampoco está

Ron y Hermione recorrieron también la mesa con la mirada, aunque en realidad no hacía falta: por su estatura, Hagrid destacaba enseguida en cualquier lugar.

—No puede haberse marchado —comentó Ron, que parecía un tanto angustiado.

—Claro que no —dijo Harry firmemente.

—No creo que sea posible. — respondió Atenea.

—No le habrá… pasado nada, ¿verdad? —sugirió Hermione con inquietud.

—No —respondió Harry de inmediato.

—Pero ¿entonces dónde está?
Se produjo una pausa, y luego Harry dijo en voz baja para que no lo oyeran Neville, Parvati y Lavender:

—A lo mejor todavía no ha vuelto. Ya sabéis…, de su misión, de eso que ha estado haciendo este verano para Dumbledore.

—Sí… Sí, debe de ser eso —coincidió Ron, más tranquilo; pero Hermione se mordió el labio
inferior y siguió recorriendo la mesa de los profesores con la mirada, como si allí fuera a encontrar alguna explicación convincente a la ausencia de Hagrid

—¿Quién es ésa? —preguntó de pronto, señalando hacia la mitad de la mesa

Harry miró hacia donde indicaba su amiga. Primero se detuvo en la figura del profesor Dumbledore,
que estaba sentado en el centro en su silla de oro de alto respaldo, con una túnica de color morado oscuro
salpicada de estrellas plateadas y un sombrero a juego. Dumbledore tenía la cabeza inclinada hacia la
mujer que estaba sentada a su lado, que le decía algo al oído.

Harry pensó que esa mujer parecía una tía
solterona: era rechoncha y bajita, y tenía el cabello pardusco, corto y rizado. Se había puesto una
espantosa diadema de color rosa que hacía juego con la esponjosa chaqueta de punto del mismo tono que
llevaba sobre la túnica.

Entonces la mujer giró un poco la cabeza para beber un sorbo de su copa, y Harry
vio, con gran sorpresa, un pálido rostro que recordaba al de un sapo y dos ojos saltones y con bolsas.

—¡Es Umbridge!

—¿Quién?

—¡Estaba en la vista! ¡Trabaja para Fudge!

—Bonita chaqueta —comentó Ron con una sonrisa irónica.

—¡Trabaja para Fudge! —repitió Hermione frunciendo el entrecejo—. Entonces ¿qué demonios hace aquí?

—No lo sé…

Hermione volvió a recorrer la mesa de los profesores con los ojos entornados.

—No —murmuró—, no, seguro que no…

Harry no entendió a qué se refería, pero no se lo preguntó, pues en ese instante acaparaba su atención la profesora Grubbly-Plank, que acababa de aparecer detrás de la mesa de los profesores; fue hasta el extremo de la mesa y se sentó en el lugar que debería haber ocupado Hagrid. Eso significaba que los de
primer año ya habían cruzado el lago y habían llegado al castillo; y en efecto, unos segundos más tarde se abrieron las puertas del Gran Comedor.

Por ellas entró una larga fila de alumnos de primero, con pinta de
asustados, guiados por la profesora McGonagall, que llevaba en las manos un taburete sobre el que
reposaba un viejo sombrero de mago, muy remendado y zurcido, con una ancha rasgadura cerca del raído
borde.

Los murmullos que llenaban el Gran Comedor fueron apagándose. Los de primer año se pusieron en
fila delante de la mesa de los profesores, de cara al resto de los alumnos, y la profesora McGonagall
dejó con cuidado el taburete delante de ellos y luego se apartó.

Los rostros de los de primero relucían débilmente a la luz de las velas. Había un muchacho hacia la
mitad de la fila que temblaba.

Durante un momento Harry recordó lo aterrado que él estaba el día que
tuvo que esperar allí de pie a que le tocara el turno de someterse al examen que decidiría a qué casa pertenecería.

Atenea sonreía, recordando cuando se sentó en ese taburete.

El colegio entero permanecía expectante, conteniendo la respiración. Entonces la rasgadura que el
sombrero tenía cerca del borde se abrió, como si fuera una boca, y el Sombrero Seleccionador se puso a
cantar.

Mientras cantaba, Atenea daba una mirada hacía todas las mesas, viendo a Tannia en la mesa de Slytherin junto a Pansy Parkinson. La ojirosa giró su mirada hacía ella, y le sonrió falsamente.

Atenea detestaba a esa chica.

powerful  |  harry potter  (PAUSADA)Where stories live. Discover now