¿Galletita?

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Abrí mis ojos, confundida. Me preguntaba como había llegado a la cama, lo último que recordaba era que estaba bordando en el sillón junto a la ventana y que con mi don estaba cosiendo la falda del vestido. Me despegué de la almohada, desde mi cama pude observar que las piezas del vestido no estaban.

Me asusté y me levanté rápido de la cama, eso hizo que me mareara, me dirigí tambaleando hacia el baúl en donde guardé los materiales el día anterior. Ahí estaban las piezas, suspiré, vi que estaban un poco mal dobladas, pero a lo mejor por el cansancio había dejado el vestido así. Fui hasta mi máquina de coser para darle las puntadas que le faltaban a la pieza inferior, luego las uniría y así tendría casi listo el vestido. Después debería bordar en el final de este.

Tocaron la puerta, escondí lo que estaba cosiendo y abrí. Ante mis ojos había un rizado con una sonrisa brillante que resaltaba sus pequitas, eran tan lindas, aunque mi cara estaba inundada de ellas, secretamente pensaba que se le veían mejor a él.

-Buenos días preciosa, ¿Cómo dormiste anoche? ¿Soñaste con algo tan lindo como yo?- dijo sonriendo burlonamente, copié su gesto.

-Dormí bastante bien, pero considero que soñar contigo cuenta como una pesadilla. ¿Tú soñaste con algo o alguien que te hizo levantarte temprano y de buen humor?- respondí mientras me recargaba sobre el marco de la puerta

-Sí, de hecho sí, soñé algo muy lindo, pero no pienso decirte que fue...- hizo una pequeña pausa- a menos que quieras interpretar conmigo lo que pasó en ese sueño- dijo con una expresión pícara en el rostro. Alcé una ceja, por el momento no quería saberlo.

-Enserio me das miedo- dije frunciendo el ceño, él levantó las comisuras de sus finos labios, formando una sonrisita- nos vemos abajo Madrigal- chasqueé mis dedos y bajé hacia el jardín donde se llevaba a cabo el desayuno. Me senté junto a Mirabel y empezamos a platicar sobre nuestra noche y los quehaceres de hoy hasta que sentí un voz en mi oído.

-Hola señorita Smith- susurró la voz en mi oído, giré mi cabeza hacia la izquierda para encontrar al hermano mayor de Toñito- que tal si, me regalas tu arepa, así tu sistema digestivo no se esfuerza tanto y el mío hace un poco más de ejercicio- dijo haciendo "caminar" sus dedos índice y medio en dirección a la arepa que se encontraba en la orilla de mi plato.

-De verdad que eres mi eterna pesadilla- dije golpeando suavemente su mano para que no tocara mi plato y blanqueé mis ojos. El chico rió y apoyó su mejilla en su mano derecha, mirando mi plato de comida con mucho cariño. Lo miré, el hacía ojos de cachorrito a la vez que un puchero se formaba en los labios. Isabela me dijo que no le prestara atención y que siguiera comiendo, Camilo le dirigió una mirada de enojo a su prima.

Después de unos minutos de sentir su linda e intensa mirada sobre mí y mi plato, me rendí. Agarré mi arepa y la extendí hacia el joven que se encontraba a mi izquierda, hizo un gesto de emoción, como el de un niño con un juguete nuevo, reí ante esto.

-¡Gracias linda!- dijo agarrando la arepa, plantó un beso en mi mejilla y salió corriendo transformado en Mirabel. Me sonrojé un poco, miré a la chica a mi lado y luego a las que estaban enfrente de mí, intercambiábamos miradas de confusión, fue bastante raro de parte del joven "camaleón" como su hermana lo llamaba. Ignoramos el hecho y seguimos con lo nuestro.

-¿Alguna tiene que comprar algo en el pueblo? Tengo que ir a buscar los ingredientes para las galletas y los brownies que voy a hacer para la merienda.- cuestioné a las chicas, todas negaron, me tocaba salir sola. Luego del desayuno, subí y me cambié. Me puse un pantalón marrón, una camiseta blanca y una chaqueta del mismo color del pantalón. En mi bolsa metí las recetas, para saber que ingredientes tenía que comprar y así me dirigí al pueblo.

Corazón de dos países [Camilo Madrigal x reader]Where stories live. Discover now