Nueva en la familia

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Al llegar al comedor, Mirabel me dio un abrazo e indicó que me sentara en la silla próxima a la de Alma, ya que era el lugar que solían ocupar los invitados. Tomé asiento y vi como cada integrante de la familia iba llegando y se sentaba en sus respectivos lugares. La abuela llegó última a lo cual todos se pararon para bendecir la comida. Repetí la oración cautelosamente para no equivocarme, porque yo solía recitarla en inglés, luego se hizo silencio y la abuela golpeó su copa con la cuchara para llamar la atención de todos.

-El día de hoy nos complace tener una nueva integrante en la Casa Madrigal, ____.- dirigiéndose a mí al terminar la frase y poniendo su mano sobre mi hombro. -Ahora a comer- pronunció animadamente a lo que todos obedecimos sin chistar.

-Y bien querida ____, ¿Cómo es la vida allá en Londres?- preguntó Agustín, curioso acerca de la ciudad que había abandonado el mismo día.

-Mmm bien... Es una ciudad bastante grande pero no es muy desordenada, el colegio en donde estuve era también un internado por lo cual pasaba toda la semana allí y luego iba a visitar a mi abuela paterna y a mi hermano- expliqué tranquilamente.-Luego los padres de mis amigos convencieron a mi abuela para que los tres pudiéramos vivir solos en un departamento para aprender a ganarnos el pan nosotros mismos.- todos quedaron bastante sorprendidos, después de todo tres chicos de quince años viviendo y manteniéndose por ellos mismos no se veía todos los días.

-¿Y como hacían para mantener las cuentas?- preguntó Bruno algo confundido. A lo cual sonreí y después de tomar agua le contesté.

-Trabajando, William daba cursos de cerámica y vendía sus artesanías en las ferias, Karla empezó a trabajar en un restaurante y yo trabajaba en una boutique al mismo tiempo que producía mi propia marca de ropa.-

-Wow eso es muy bueno. Desde chicos deben saber que las cosas se consiguen con esfuerzo.- agregó Pepa con un tono algo severo, seguramente dirigido hacia sus hijos.

-¿Y que hacías los fines de semana?- preguntó Isabela, interesada en algo más que mi forma de conseguir sustento.

-Los sábados por la mañana iba al club de teatro en el que participaba, yo era vestuarista y ayudaba con la escenografía.- relaté con una sonrisa al recordar lo divertido que era el club que tanto amaba. -También salía a comer o a bailar con mis amigos, o si era época de exámenes no quedaba otra que quedarse en casa y estudiar.

-¿Y porque viniste a Encanto?- interrogó Dolores. Esa pregunta era la más temida por mí, porque la respuesta era algo incierta...

-Mhmm...-musité dubitativa buscando las palabras correctas para explicarlo- en las ciudades grandes hay mucho peligro para la gente... diferente. Es decir que las personas como nosotros, que tienen dones, suelen ser mal vistos por un pequeño grupo de personas. Pueden tratarte de "loco" o de "bruja" o- me trabé un poco por cosas que me habían contado- hacer pruebas contigo, o si tu don es visto como una amenaza...- paré, ya no quería hablar. Hubo un silencio algo incómodo pero luego la charla volvió a activarse para hacer más amena la cena.

-¿Y cómo está tu hermano Nick?- preguntó Alma a lo cual sonreí, como ya dije mi hermano era el mejor y amaba hablar de él.

-Querrás decir "profesor Smith".-Corregí divertida.-Desde que mi hermano consiguió su puesto como profesor de literatura y como profesor de historia es increíblemente presumido, todo el día está "tengo que corregir actividades de mis alumnos", "tengo que preparar la clase" y cosas así- dije imitando a mi hermano a lo cual todos rieron. -Pero él se encuentra bien. De hecho hablé con algunos de sus alumnos, dicen que es el mejor profesor que han tenido, también sé que le roba varios suspiros a sus alumnas.- agregué y blanqueé mis ojos ante la última frase.

-¿En serio?- dijo Isabela la cual me miraba intensamente mientras hablaba de mi hermano.

-Sí, pero el no les presta atención y las trata simplemente como alumnas, pero creo que es algo normal, mi hermano es inteligente, apuesto y caballeroso, aunque no tanto como yo- agregué- además según dicen sus materias y sus clases son muy entretenidas, por lo que dudo si en una materia como matemática habría tenido a los alumnos tan interesados.

Después de eso no participaba tanto en las conversaciones, escuchaba de vez en cuando cosas que contaban las nietas Madrigal sobre ropa, libros y la boda de Dolores.

En un momento dirigí mi mirada hacia Camilo, quien también me veía y al hacer contacto visual conmigo, empezó a toser y lo vi cambiar a mi forma, luego a la de su abuela y a la de su hermana, para finalmente volver a convertirse en él pero con los ojos cruzados. Me sorprendí y asusté un poco, Dolores rió y Félix sacudió al chico para que este volviera a la normalidad.

Después de eso no volví a mirar al hermano de Antonio, me dediqué solo a recordar su mirada en mí antes de atragantarse y cambiar de forma. Me puse a pensar el porqué había estado tan raro conmigo el día de hoy para luego simplemente sacudir mi cabeza y prestar atención a la interesante charla sobre el nuevo vestido de Isabela.

Cuando la cena terminó, ayudé con la limpieza y luego, me dirigí hacia mi cuarto. Al llegar, la puerta estaba levemente abierta y pude ver la luz de la lámpara encendida, lo cual me pareció raro porque creí que la había apagado antes de ir a cenar. Asumí qué tal vez había sido una especie de deja vú y entré en mi cuarto.

Una vez adentro pude ver la figura alta y esbelta de un rizado, con su característica ruana amarilla, el cual contemplaba el traje que se encontraba en mi escritorio con sus atrapantes orbes avellana y una espectacular sonrisa.

Pareció notarme, por lo cual borró la expresión alegre de su rostro y giró su cabeza hacia mí, algo asustado al parecer, yo simplemente seguía apoyada en el marco de mi puerta sonriendo.

-Mi traje es bastante lindo, ¿verdad?- pregunté divertida, a lo cual el chico asintió sin mirarme. Tenía su vista en el piso, parecía algo avergonzado de que lo hubiera atrapado en mi habitación. Caminó hacia mí, le dejé espacio para que saliera y el movió su mano a modo de despedida. Me emocioné para serles sincera, después de todo era el primer gesto que el chico tenía hacia mi persona.

Repetí el mismo gesto y cerré la puerta para luego apoyar mi espalda en ella y resbalar hasta el suelo. Abracé mis rodillas, había sido un día muy largo, cargado de emociones y sentimientos.

Cuando viajamos a Escocia, Will y yo vimos dos dijes de corazón de nuestros colores favoritos, verde y azul. Inmediatamente los compramos y pusimos una fotografía juntos dentro del relicario de cada uno. Yo coloqué el dije en un collar de perlas, anteriormente usado por mi madre y el británico lo usó junto a una cadenita de plata.

Besé el colgante antes de ir a la cama, para luego recostarme en esta y contemplar mi nuevo techo. Caí dormida a los pocos minutos debido al árduo día, pero no dormía sola, en mis brazos se encontraba Wuzzy, el osito de peluche que me había acompañado durante toda mi vida. Simplemente no podía dormir sin él.

Mañana me esperaba otro largo día, con una cena importante, que daría inicio a una nueva vida para mi amiga Dolores...

Corazón de dos países [Camilo Madrigal x reader]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora