Tomar riesgos

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Al día siguiente me levanté por mi propia cuenta, al mirar mi reloj despertador, vi que eran las siete y media de la mañana. Me gustaba levantarme temprano, sentía que podía aprovechar mejor el día.

Salí de mi cama y me miré en el espejo de mi tocador, estaba algo despeinada ante los profundos ojos verdes que me miraban desde el espejo. "Tienes los ojos de tu padre", solía escuchar siempre que hablábamos de él. De hecho era una característica que mi hermano y yo compartíamos, además de las pecas heredadas por mi mamá.

Chasqueé mis dedos para luego aparecer en la cocina. Herví algo de agua y la puse una tetera para así llevarla a mi cuarto. Allí, preparé mi infusión favorita, el té, aunque también soy muy fanática del café. Mientras mi té se enfriaba un poco, decidí cambiarme para estar presentable a la hora del desayuno. Me vestí con una blusa gris claro que enseñaba mis hombros y una falda a juego con el color de mis iris, me veía bastante bien, aunque como decía siempre, lo mío eran los pantalones y las camisas.

Tomé un sorbo de mi té y me senté en mi escritorio para seguir con el bordado del traje. No pude evitar recordar la noche anterior, con la sonrisa del Madrigal grabada en mi mente y sus dedos recorriendo el bordado que ahora yo estaba tocando.

-Tal vez el té tenga algo- dije al estar confundida por mi distracción, y sacudí mi cabeza para volver a concentrarme en mi saco, debía estar listo para antes de las ocho de la noche.

Una hora después ya había más movimiento en la casa. Se escuchaban pisadas y susurros, seguramente provenientes de los adultos de la familia. Tal vez se encontraban algo tensos por la propuesta de Mariano a Dolores, la última vez, la propuesta a Isabela, había salido bastante mal según lo que me relató Mirabel, por lo cual era entendible el nerviosismo por que todo saliera correctamente.

Al terminar mi bordado, guardé la lata donde todas mis cosas de costura se encontraban y escuché un golpeteo en la puerta. Giré el pomo, para encontrar la figura de Pepa Madrigal frente a mis ojos. Me saludó con un beso en la mejilla y me dijo que bajara porque el desayuno estaba listo. Asentí y salí, cerrando la puerta detrás de mí.

Al moverme por el pasillo escuché los gritos hacia Camilo, provenientes de su madre, quien le reprochaba por no levantarse temprano. Simplemente fruncí mis labios, baje las escaleras y me dirigí hacia el jardín, donde había una larga mesa con muchas sillas, algunas ya ocupadas.

Saludé a todos los presentes y serví comida en mi plato, proveniente de la mesa que se encontraba al lado, y tomé asiento entre Mirabel y Dolores. Camilo entró al jardín seguido de su madre quien portaba una nube en su cabeza, señal de que estaba molesta. El se sirvió una gran torre de arepas, más un par de buñuelos de yuca y luego se sentó junto a Isabela, justo frente a mí.

Miré su plato asombrada, el chico era flaco relacionado a la cantidad de lo que comía, luego subí mi mirada hacia él y sonreí con los labios, a lo que él se sonrojó y rascó levemente su nuca.

-¿Cómo dormiste anoche ____?- preguntó Mirabel para iniciar la charla en la parte más joven de la mesa.

-Muy bien, estaba bastante cansada por el viaje y la mudanza, así que me dormí fácilmente- respondí a la pregunta de la chica de anteojos sentada a mi derecha.

-Gracias al cielo que no roncas ni haces ningún sonido al dormir, no como otros.- dijo Dolores, fulminando con la mirada a su hermano, quien se encontraba disfrutando de su segunda arepa.

-¡No es mi gulpa qgue yo gonque!- dijo el chico tragando su desayuno.

-¡Agh! ¡Estoy harta de que hables con la boca llena!- exclamó con odio su prima mayor, a lo cual el rizado rodó los ojos para luego convertirse en Isabela.

-¡Ay, estoy harta de que hables con la boca llena y me encanta avergonzarte adelante de todos!- dijo la segunda figura de la chica exagerando el tono de su voz, para volver a transformarse en el adolescente y dedicarme una mirada divertida. Sonreí algo nerviosa ante esto, pero luego lo tomé con naturalidad.

-Yo no busco avergonzarte, tu te avergüenzas solo- soltó indignada la nieta mayor y le lanzó una mirada asesina.

-¡Niños dejen de pelear!- exclamó Alma al ver que sus nietos empezaban a discutir en la mesa. Los dos se cruzaron de brazos y dejaron las discusión atrás.
Terminando el desayuno, me dirigí hacia el pueblo para comprar algunas cosas que me hacían falta para la famosa sopa de tomate que preparaba mi abuela Nora.

Saliendo de la tienda, vi a Camilo sentado junto a dos chicos más, los cuales supuse, eran sus amigos. Los tres me miraron con una sonrisa a lo que bajé y subí lentamente los dedos de mi mano derecha a modo de saludo, para luego emprender mi camino hacia Casita.

-Que linda que es esa chica Camilo- dijo Pedro, el chico de lentes que se sentaba del lado izquierdo del Madrigal. Este asintió, a él le parecía la chica más hermosa que había visto en su vida, pero por alguna extraña razón, no se acercaba a hablarle.

De hecho él si sabía la razón. La joven que se encontraba viviendo en su propia casa, no era como las demás en el pueblo. Camilo era un chico muy extrovertido y muy popular entre las chicas de Encanto, el sabía como tratarlas y como hablarles. Pero esta nueva fémina le daba algo de inseguridad, ¿y si ella pensaba que él era un ignorante? O, ¿si habría conocido chicos mucho más lindos e interesantes en todos los viajes que ella hizo? Simplemente no tenía el valor para hablarle, sentía que ella lo juzgaría por su forma de hablar y de vestir, por eso siempre que la veía actuaba asustado.

-Sí, pero no creo llegar a gustarle, ella es tan bonita, inteligente y divertida- dijo finalmente con un tono de desilusión.

-El que no arriesga no gana- pronunció el joven sentado a su derecha. Francisco miraba al piso mientras abrazaba sus rodillas, pensando en cómo podía ayudar a su mejor amigo.

-Eso tengo que hacer, arriesgarme- dijo Camilo levantándose del banco en donde estaba sentado y agradeciéndole a sus amigos, salió corriendo hacia su casa bastante apresurado.

Cuando entro en Casita, sintió un olor distinto proveniente de la cocina, jamás había olido algo así, por lo que decidió pasar primero por la cocina para ver que estaba preparando su tía Julieta.

Pero al llegar no encontró a su tía, si no a la muchacha de ojos verdes que había rondado por su cabeza toda la mañana. Se veía muy linda con el delantal atado a su cintura, los mechones más cortos de su cabello castaño recogidos por detrás y una linda sonrisa iluminaba su cara.

Perspectiva de ____:

-¡Hey Cam!- dije al verlo parado del otro lado de la cocina. Hice un ademán con mi mano para que se acercara, a lo cual él obedeció.

-¿Quieres probar?- pregunté, el chico me miró extrañado a lo que señalé la gran olla con un líquido rojo en su interior que se encontraba junto a mí. El chico asintió con la cabeza.
-Cuidado, está caliente- agregué llevando una cuchara con sopa hacia la mano del Madrigal que mutaba, este recibió la cuchara, sopló el líquido que se encontraba en el cubierto y se lo metió a la boca.

Me puse realmente nerviosa, podía ser una sopa muy buena o la peor que él haya probado en su vida. Tapé mi cara con mis manos, pero abrí los dedos par ver su reacción.

Perspectiva de Camilo:

Mi corazón palpitó un poco más fuerte por la ternura que me dió la imagen ante mis ojos. ____ se estaba tapando la cara con las manos, probablemente tenía miedo de que no me gustara su sopa, lo cual era imposible porque era la mejor que había probado en mi vida.

Para dejarla con la duda sólo sonreí y le guiñé el ojo. Me fui rápidamente hacia mi habitación para empezar mi plan de conquista.

Perspectiva de ____:

El muy descarado se fue sin decirme nada, lo que hizo que me enojara mucho, vi mi reloj y ya eran casi las ocho y los invitados llegaban a las ocho y media, por lo que deje la olla de sopa a fuego muy bajo para que se mantuviera caliente y yo pudiera ir a arreglarme.

Holis! A partir de ahora voy a dejarles mensajitos bonitos aquí al final de mi fic.

Opiniones del cap <3

Made with luv 💐

Corazón de dos países [Camilo Madrigal x reader]Where stories live. Discover now