Capítulo 50

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Seguía pegada a la pared con la cantante del año metida en mi cuello.
Ahogué un gruñido cuando pasó su lengua desde mi cuello hasta el lóbulo de mi oreja, el cual mordió.

--Estás salada...

--Llevo toda la tarde en la playa, debo oler hasta mal. --contesté mirando al techo.

Salió de mi cuello y me miró relamiendo sus labios.

--¿No crees que necesitas una ducha?

Me hubiera ofendido de no ser porque la conozco. Conozco todos sus gestos y sé descifrar todas sus miradas.

--¿Tú crees...? --besé suavemente sus labios.

--Sí, y yo con tanto viaje todo el día también la necesito.

Ahá, te pillé.

--Por mala suerte el agua caliente se gasta rápido. --acaricié su espalda y ella sonrió. --Si no nos duchamos juntas... No tendrás agua caliente.

¿Agua caliente en pleno julio?
Menos mal que entre las dos nos entendemos.

--Te espero arriba.

Me la quedé mirando mientras subía las escaleras corriendo y con la camiseta que le había quitado en la mano.
Yo corrí hacia la cocina para beber agua directamente de la botella fría del refrigerador.

Estaba seca.
Y volví a quedarme seca cuando subía las escaleras y escuché música proveniente del baño.
¿Así que convenció a mis padres para que se fueran a cenar mientras que su plan era cenarme a mí?

Sí a todo.

Cuando entré me la encontré de puntillas fuera de la bañera mientras colgaba el grifo en la pared.
Se giró cuando escuchó la puerta cerrándose.
¿Es correcto decir que su sonrisa es desmayable? Porque lo es.

Ya ni siquiera sabía si estaba ébria o mareada gracias a ella.

--Tenemos cuatro horas a solas. --dijo bajándose los pantalones cortos que llevaba.

Hice lo mismo.
La bañera comenzó a llenarse con agua templada.

--¿Cómo te han seguido tantos periodistas? --pregunté desabrochándome la parte de arriba de mi bikini.

--Porque me han visto salir de nuestra antigua casa. --se quitó los calcetines. --Tenía que ir a arreglar unas escrituras y...

Se quedó callada cuando levantó la mirada.

--¿Qué? --me reí nerviosa.

Se puso en pié y se acercó a mí.
Tragué saliva cuando vi sus pupilas y la manera en la que miraba mi cuerpo.
Y sobretodo porque estaba en ropa interior frente a mí.
Había pasado mucho tiempo desde la última vez que pude admirar su preciosa figura.

--Es que... --suspiró y observó mis ojos. --Eres la mujer más hermosa que he visto nunca.

--Para mí lo eres tú. --acuné sus mejillas. --A tí te crearon para arrasarlo todo a tu paso con esos pedazo de ojos.

--Chris.

--¿Si?

Que seria se puso de repente.

--Soy tuya, completamente tuya. Lo sabes, ¿no?

Asentí y se me escapó una sonrisa. --Y yo soy tuya, Billie. De nadie más nunca más.

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