Capítulo 48

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Os merecéis este capítulo...
¡¡Disfrútenlo!!

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12:30pm
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Corrí hacia la cocina para coger los vasos, corrí de vuelta al salón para colocarlos sobre la mesa.

Corrí hacia la cocina para coger los cubiertos y mi padre me paró en la carrera de vuelta al salón.

--¿Quieres dejar de correr como una liebre por la casa? --dijo con la mano en mi hombro.

--No puedo, aún nada está preparado y Billie va a llegar en media hora. --me solté de su agarre y corrí hacia la mesa.

Coloqué los cubiertos perfectamente y cuando la mesa estuvo preparada froté mis manos y suspiré.

--Listo, voy a cambiarme.

--Chris. --me llamó mi madre cuando subía las escaleras. Me paré y la miré. --Sigue siendo Billie. A ella le va a gustar la mesa de cualquier manera, cualquier comida y cualquier ropa que te pongas.

Me contagió la sonrisa.

--Deja que me emocione, por favor. --le pedí. --Bastante me estoy controlando porque pretendías que la comida fuera sorpresa.

--Y Billie se fué de la lengua. --dijo mi padre negando con la cabeza.

--Y menos mal. --subí otro escalón. --Me llego a encontrar a Billie aquí de repente y me da algo. ¿Es que no me conocéis o queríais quedaros sin hija?

Escuché sus carcajadas mientras subía las escaleras.
Saber que estaba a punto de verla otra vez me llenaba el pecho de alegría, me emocionaba hasta tal punto que no podía dejar de sonreír.

¿Y qué me pongo? ¿Por qué de repente pensaba que tenía poca ropa en mi armario?

Bueno, tal y como dijo mi madre cualquier cosa está bien.
Es Billie, me ha visto durmiendo con la boca abierta y soltando baba.
Y también con mi cara de borracha. Nada es peor que eso.

Me puse una falda corta y negra con una camiseta tipo top blanca, un collar fino y plateado con el dije de una Luna y dejé mi pelo suelto. Hoy lo tenía más hondulado de lo normal.
Cuando estaba acabando de ponerme el corrector en la cara el timbre sonó.

Por poco me paso la esponjita de maquillaje por el ojo del brinco que di.

Escuché a mis padres saludándola desde abajo y me apresuré a ponerme las deportivas blancas.
Bajé las escaleras con prisa pero sin que se notara tanto mi emoción.

Dignidad y orgullo ante todo.

Ella se giró cuando escuchó mis pasos bajando las escaleras y me sonrió en la distancia.
Levanté el mentón y traté de esconder mi sonrisa mientras me acercaba a ella y a su estilo implacable que podría dejarte en el suelo de un ataque al corazón.

Pero no pude disimular mi emoción y sonreí a lo grande cuando estuve lo suficientemente cerca para abrir mis brazos y dejar que me abrazara.

--Qué bien hueles. --me dijo al separarse.

--Qué guapa estás. --se me escapó. --Quiero decir... te veo bien.

Soltó una carcajada y le dió un golpecito a mi nariz antes de sentarse.
Yo me senté a su lado completamente sonrojada, y la sonrisa con la que me miraba mi madre no ayudaba para nada.
Le levanté la ceja y ella levantó sus manos en respuesta.

Entonces empezamos a comer y a beber de ese vino amargo que tanto le gusta a mi padre mientras Billie nos resumía los dos conciertos que tuvo durante estos días.
También nos habló de los que estaban por venir, de sus proyectos de futuro y del camino que quería tomar en su carrera musical.

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