Capítulo 40

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9:07pm
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Me fugué de la vida como una tortuga cuando se pone a hibernar.

Hace tres tardes salí corriendo de la casa de Alex después de haber besado a Rose y me pasé el domingo en casa, el lunes fingí estar mala y hoy continué teniendo "fiebre".

No contesté las llamadas ni los mensajes de nadie.
Ni de Billie.

A ella mucho menos, no sabía como hablarle ni cómo actuar cuando hace menos de tres días le había comido la boca a alguien que ella creía que sólo somos amigas.
Sabía que ser cobarde y esconderse no está bien, que tenía que afrontar la realidad y algo dentro de mí me decía que debía decírselo.

Si me sentía mal, me sentiría peor mintiéndola.
Pero lo último que quiero es hacerle daño.
No se lo merece.

--¿Cariño?

Antes de que mi madre abriera la puerta me apresuré a meterme bajo las sábanas y a poner mi cara de me duele todo.

--Está la cena en la mesa, ¿bajas?

--¿Podrías subírmela? --saqué un poco la cabeza de entre las sábanas. --Me encuentro mal.

Puso una mueca y se acercó para posar su mano en mi frente.

--No tienes fiebre, ¿no te encuentras mejor?--negué con la cabeza. --Bueno, está bien. --sonrió. --¿Agua fría o natural?

--Natural. --le sonreí.

Asintió y se dirigió a la puerta para salir de mi habitación.
Mi teléfono comenzó a vibrar sobre la mesilla.
Cuando vi su nombre en la pantalla por tercera vez en un día empecé a sudar.

¿Debería contestarle?
¿Querrá decirme algo importante?

Era una videollamada y yo me moría por verla.
Así que me armé de valor, me peiné un poco el pelo con las manos y acepté.
Su rostro contento y sonriente apareció en pantalla.

Me derretí al instante que la vi.

--¡Hola! Por fin contestas.

--Hola... --sonreí. --Perdona, es que tengo fiebre y me duelen los ojos con la luz de la pantalla.

Me abofeteé mentalmente.

--Ya me lo ha dicho Zoe. --miró al frente, estaba caminando por la calle. --Llevo todo el día intentando darte una buena notícia.

Mi corazón se aceleró.

--¿A sí? ¿De qué se trata?

--No te lo vas a creer. --se paró y se mordió el reverso de una de sus uñas. --Hace unas semanas conocí a un productor musical muy importante y... --suspiró, parecía nerviosa. --Hoy me han llamado, quieren que firme un contrato discográfico con ellos.

El brillo en sus ojos, su sonrisa, su mirada y lo mucho que sabía lo importante que era esto para ella detuvo mi corazón.
Me senté en la cama y me tapé la boca con la mano.

--¡No me lo puedo creer! --exclamé.

--¡Sí! --comenzó a saltar. --¡Voy a ser cantante!

Mis ojos se humedecieron.
Llevaba meses hablando con ella de lo mucho que le gustaría cumplir su sueño. Y lo iba a conseguir.
Y yo no iba a estar a su lado para verlo.

--No puedes ni imaginarte lo orgullosa que estoy de tí... --mi voz se rompió, iba a llorar de la emoción. --Lo sabía, te dije que tienes un talento especial y que te buscarían.

--Estoy que no me lo creo aún. --sus ojos se volvieron vidriosos. --Voy a grabar mis canciones, podré compartirlas con todo el mundo y lo mejor de todo es que Finneas será mi productor, mi pianista y mi guitarrista.

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