Prólogo

164 13 2
                                    

Estaba tirada en el piso llorando, veía el incendio, escuchaba las explosiones y los disparos, para luego oír los gritos desgarradores de mi madre al ver el cuerpo de mi padre tendido en el suelo.

Corrimos, corrimos tanto como pudimos para llegar a la estación de tren, aunque mi madre me dijo que dejara las maletas, yo me aferraba a la de mi padre y no podía dejarla tirada con todas sus pertenencias.

Escuche un grito que volvió a cambiar mi vida, mi madre yacía en el piso con una enorme herida imposible de curar. Mi brazo también sangraba, debido a los raspones y caídas que me hice al intentar huir. Abracé a mi madre y su sangre se fusionó con la mía, pasándome su poder.

En ese momento sentí un suspiro, había salido de la boca de mi madre.

-Te amo, ___. Te amo a ti y a tu hermano.- pronunció con el último hilo de voz que le quedaba, y cerró lentamente sus párpados para finalmente, decir adiós.

Con los ojos llenos de lágrimas le conté la situación a una señora, la cual me acompañó al subir al tren.

Luego todo se volvió blanco, no veía ni escuchaba nada, segundos después, escuchaba una lejana voz, que se iba aclarando más y más.

-___, ¡___!, levántate. Debes irte a la casa de tu abuela.- dijo la voz.

Abrí mis ojos, me encontraba en mi cuarto y a mi lado estaba mi mejor amigo, William. Me miraba de una manera extraña, como nostálgica.

-Hey Will- exclamé, el británico me sonrió y besó mi frente, por atrás apareció su novia y mi mejor amiga, Karla, para avisarnos que el desayuno estaba listo.

Will me ayudó a levantarme para ir a la cocina. Antes de salir miré mi cuarto, estaba vacío exceptuando el fino colchón con la vieja almohada en donde había dormido. Todas mis cosas estaban en casa de mi abuela, esperando a ser llevadas a un lugar nuevo.

Comí mi avena en silencio, con la mirada perdida, sin nada en que pensar. La pareja se miraba y luego lanzaban cortas y tristes miradas hacía mí, después de todo, yo no era la única a la que se le hacía difícil mi partida.

En un momento, Karla agarró mi mano izquierda y Will hizo lo mismo con la derecha para llamar mi atención, lo cual consiguieron, haciendo que los mirara detenidamente a cada uno.

-Te vamos a extrañar demasiado- pronunció Karla con lágrimas en los ojos.

-Yo también los voy a extrañar, pero es por mi bien, por mi seguridad- dije moviendo mi cabeza en dirección a cada uno mientras hablaba, con una expresión triste en mi rostro.

-Prométenos que vendrás a visitarnos y que nos vas a escribir muchas cartas.- dijo Will con un intento de sonrisa pero que por las lágrimas se perdía.

-Lo prometo.- les dije -Pero ya es hora de irme.- suspiré, los chicos me abrazaron fuertemente en el ascensor, dándome consejos y advertencias sobre todo. Agradecí y me despedí con la mano para luego chasquear mis dedos.

Aparecí en el patio trasero de la gran mansión, en donde Nick, mi hermano, y mi abuela se encontraban desayunando.

-Hola- los saludé con la voz quebrada por el llanto de hacía unos minutos.
Mi abuela se levantó a abrazarme, y acto seguido mi hermano hizo lo mismo acompañado de algunas lágrimas que empezaban a rodar por mi cabello. Me aferré a él y dije:

-Ven conmigo- mi hermano negó con la cabeza ante esto.

-Me encantaría, pero no puedo. Conseguí el trabajo de mi sueños en el cual me apoyaste y ayudaste para que lo obtuviese.- dijo mirándome con sus ojos vidriosos- yo no quiero separarme de ti, pero es por tu bien...

"Es por tu bien", la frase que había escuchado toda la semana y de la cual ya estaba harta. Si esto era por mi bien como se sentirá lo que me hace daño. A veces buscando hacernos bien, terminamos destruyéndonos.

Nuestra abuela nos miró, y pronunció un "ya es hora" entre dientes, a lo cual fuimos hasta el salón donde un armario  de madera, una soga y una caja me esperaban.

Até la soga al armario para luego hacer lo mismo alrededor de mi cintura y quedar unida a el. Agarré la caja y me volví hacia Nick , mi abuela y Patrick, el amable mayordomo que nos vio crecer a mi hermano y a mí. Agité mi mano hacia ellos, haciendo que me devolvieran el gesto, suspiré y chasqueé mis dedos con la mano que tenía libre.

Corazón de dos países [Camilo Madrigal x reader]Where stories live. Discover now