Transformación

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Internamente estaba destrozada, en el exterior, mi rostro albergaba una gran sonrisa, el rojo carmesí teñía mis dientes, mi boca, mis manos. Podría jurar que tenía la misma expresión de psicópata hace mucho tiempo atrás, una risa que ni siquiera yo misma reconocí, inundó la sala de estar, la transformación se estaba llevando a cabo, sentía un éxtasis que había olvidado, ruptura de cadenas por todo mi cuerpo, otra vez había caído.

Miré la ventana para tratar de encontrar mi reflejo, el cabello castaño anaranjado de Camie caía por mis hombros, sus voluptuosos labios yacían en mi rostro junto a todas sus facciones. Sonreí, después de la sonrisa de la castaña, la de Camie me parecía muy linda.

-¿Estás mejor así? -la voz de la pelinaranja me sacó de ese pequeño trance, pero no borré mi sonrisa.

-Perdón por causarte problemas -comenté algo cabizbaja pero con la misma expresión mientras terminaba de vendar su pierna.

-Llevo el tiempo suficiente conociéndote como para saber qué hacer en estas situaciones -ella alborotó mi cabello- pero tengo que pedirte que no salgas por estos días, esta porción de sangre es la necesaria para evitar una crisis mayor.

-¡Solo quiero ir a dar una vuelta así!

-Sabes que no puedes, haz las rabietas que quieras, no te dejaré.

-¿Qué hay de la misión de encontrar al hijo de los Takeda? -como si fuese una niña, bebí un poco más de la sangre de Camie que había quedado en una de las jeringas, así como si de jugo se tratase.

-Pues , iré yo, las chicas me explicarán la situación y listo, pero tú, te quedas aquí.

Bufé algo molesta, pero ella tenía razón, no podía salir como si nada, menos en esta condición. Ella se levantó para ir a ordenar las cosas de sus maletas, anochecería dentro de poco y me imaginaba que iba lo bastante cansada por el viaje y demás, así que, decidí ayudarle.

Una vez que oscureció por completo, me senté afuera en el balcón, abrazaba mis piernas sintiendo la brisa nocturna, la transformación todavía no terminaba, había bebido más de un vaso de su sangre, y por alguna razón, no podía desactivarlo como en ocasiones anteriores, esta vez, tenía que dejar que pasara por sí solo. Suspiré, había vuelto mi poca cordura, y me sentía terrible, otra vez la había lastimado, no sé con qué cara mirarla cuando vuelva, y estaba claro que el explosivo me daría una paliza.

-Una total mierda.

Solté de la nada, me sentía todavía atada a cadenas que no podía ver para romperlas, todo este tiempo había estado tan bien, y ahora se viene todo abajo.

-Quizás debo dejar de engañarme, sigo siendo una asquerosa villana.

A pesar que sabía que Camie me lo había advertido, no pude evitar salir a dar una vuelta, ella dormía, no lo descubriría. Salí a paso silencioso, estando transformada, no iba a representar problema, todos los civiles querían a la pelinaranja, pero, de todos modos, ocupé su Glamour para ocultar mi identidad otra vez, más bien, nuestra identidad.

Caminé por las calles iluminadas, la gente estaba más animosa que de costumbre, muchos reían y se divertían, varios bares mantenían el ambiente con buena música, no había problemas de qué preocuparse. Unos pasos más y cierta cabellera rosa llamó mi atención, me acerqué un poco más y pude divisar a Mina quien iba junto a Hagakure y Tsuyu, por el sector donde estábamos, pude intuir que seguían en su ronda por más pistas por la misión, esperaba que hayan dado con algo, aunque fuese lo más mínimo.

Seguí mi camino sin interponerme en el suyo, no tenía nada para aportar, aunque les dijera que Dabi y los demás lo tenían, ¿Qué conseguiría si ni idea de su paradero? Ni aunque les diga su ubicación en el bar, ellos escapan como las ratas que son, no los atraparían. Suspiré algo frustrada, sabía de antemano que lo hacían para atraer mi atención y llevarme con Tomura-kun o quien quiera fuese su jefe ahora, que yo sepa, el peliceleste desapareció hace mucho tiempo, y realmente, no me importaba mucho.

"Búscame"Where stories live. Discover now