Recuerdos

914 91 28
                                    

Una oscuridad se mantenía en mi mente, no estaba despierta y tampoco podía despertar, más bien...no quería, ¿Qué había pasado? Fue demasiado, no pude pelear, no pude defenderme, no pude hacer nada, me sentía tan frustrada por no recuperar todo el valor que tenía al principio de todo, cuando ella todavía no se cruzaba en mi camino, cuando podía ser una heroína sin problemas, sin ser juzgada y sin ser rechazada.

Un campo de flores amarillas apareció frente a mí de la nada, eran girasoles, lo veía un poco más borroso, como si una niebla lo cubriera por completo. Caminé por entre las flores, los suaves pétalos de aquellas rozaban mis dedos y mis piernas, todavía no había caído en cuenta, estaba con ropa casual, un ligero short celeste con una camiseta rosa pastel, un atuendo que no utilizaba desde hace mucho tiempo, la última vez fue...

-Cuando viniste a vernos, nee-chan-una voz detrás de mí, completó mi frase a pesar de solo estar pensando, me sobresalté y quise ponerme a llorar de inmediato- estabas linda, esa ropa siempre me gustó.

Giré para poder ver al dueño de esa linda voz, un chico de unos 15 años aproximadamente, sus ojos color miel como los míos y un cabello rubio no tan despeinado como lo iba trayendo yo, su piel relucía junto a su sonrisa.

-Himiko nee-chan volvió, Sagi -comentó este chico a otra pequeña que estaba tras de él, de unos 10 años, llevaba su cabello rubio amarrado en una pequeña coleta y me miraba expectante con sus grandes ojos miel, recuerdo que siempre nos decían que éramos los chicos de porcelana por nuestra piel tan blanca y nuestro cabello rubio...era divertido verlo así.

-¡Himiko nee-chan no está! ¡Ella es otra! -la niña se escondía con ligero miedo y rabia- siempre se transforma para asustarnos, ¡Otra vez lo hizo!

-Sagi -me acerqué un poco hasta ellos y me arrodillé hasta llegar a su altura- esta vez no quiero asustarte, soy yo, de verdad.

-¿Lo prometes? -ella salía de su escondite con ciertas lágrimas en sus ojos.

-Lo prometo, mil veces si quieres -extendí mis brazos y ella corrió para abrazarme lo más fuerte que pudo, solté un suspiro de alivio y ciertas lágrimas corrían por mis mejillas- te extrañé, no sabes cuánto te extrañé, a ti también, Yamato.

-Estás distinta -el chico me abrazó también, me miraba algo extrañado mientras examinaba mi rostro- ¿Ya eres mayor?

-Una adulta responsable -reí intentando secar mis lágrimas, la culpa me invadía...cuando nos separamos, yo tenía apenas 14 años y fue antes de que me enviaran a las terapias- es normal que me vean distinta, la última vez, todos éramos más pequeños, ahora son todos unos chicos grandes.

El chico me sonrió mientras la pequeña no me soltaba, dejaba escapar algunas risas al momento en que yo jugueteaba con su cabello, entre todas esas flores, los tres nos estiramos mirando el cielo, Sagi veía distintas formas en las nubes, y Yamato propuso hacer un concurso de quién veía más nubes con formas extrañas, me dejé llevar por ese momento, los hacía reír con todas las formas extrañas que les describía, me coronaron la reina de ese concurso entre hermanos, reí como nunca, de repente, Sagi tocó la mano de Yamato y salió corriendo, eso era clara señal del juego de las traes, así que, yo también me levanté y salí corriendo para que no nos alcanzara. Él era muy enérgico, con su sonrisa intentaba alcanzarnos, cuando pudo dar conmigo, corrí detrás de ellos como si fuese un monstruo, ellos reían y pedían ayuda, cómo era más grande, los alcancé y los alcé a ambos en mis brazos, los tres volvimos a caer entre los girasoles con nuestras respiraciones agitadas y unas grandes sonrisas.

-¡Fue muy divertido! -decía Sagi una vez se había calmado su respiración- Himiko nee-chan, debes venir a jugar con nosotros más seguido.

-No sabes cuánto me encantaría -comenté con una sonrisa triste.

"Búscame"Where stories live. Discover now