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Cuatro de la madrugada

Tae-oh

—Jeong, necesito verte en el bar de la calle Itaewon.

—Estoy de camino allí, primo. —Cuelga la llamada.

Mis manos se aprietan sobre el volante del auto deportivo, tanto que noto mis nudillos tornarse de un color blanquecino por la fuerza del agarre. Piso el acelerador hasta el fondo; el motor ruge y de las ruedas sale un chirrido molesto que me hace apretar los dientes.

Luego de pasar como si nada tres semáforos en rojo y casi llevarme un auto encima, llego al bar. Por suerte, al entrar, veo que no hay mucha gente; definitivamente eso aumentaría mi dolor de cabeza. Me acerco a la barra y tomo asiento en uno de los taburetes. El barman se acerca a mí, haciendo una reverencia y preguntándome qué es lo que voy a tomar.

​—El cóctel más fuerte que tenga —respondo de manera cortante.

Asiente y se marcha.

Suelto un suspiro lleno de frustración y masajeo mi sien. No puedo creer lo anticuado e infausto que es mi padre.

Luego de llevar a Liane a su departamento, fui directo a mí casa. Lamentablemente, al escuchar todas las preguntas que le había hecho mi padre a Liane, supe que algo raro estaba tramando. Así que no me quedó de otra que terminar todo ese cuestionario extraño.

Ya en mi casa, fui directamente al despacho de mi padre, donde supuse debía de estar. Y no me equivoqué, pues lo vi sentado en su silla, con las manos apoyadas en su escritorio y la mirada clavada en el computador. Cerré la puerta tras de mí, y al oír el ruido de la misma cerrándose, él levantó la mirada.

​—Hijo, regresaste rápido. Ven, siéntate ​—su voz sonaba afable.

Maldita sea, esto no es bueno.

Me acerqué hasta donde se encontraba y corrí una de las sillas hacia atrás, quedando justo delante de él. Tragué saliva mientras tomaba asiento, y lo oí pronunciar:

​—Estuve hablando con tu madre... y a ambos nos parece agradable la señorita Dixon. Por primera vez en tu vida hiciste algo bien, Tae-oh.

Lo miré de forma desconcertada. ¿Que Liane les parecía agradable? No, nada de eso. Ella no debería agradarle ni un poco. Ella... Ella... es totalmente diferente a nosotros. Es totalmente diferente a él, a lo que esperaba que encontrase como compañera de vida.

​—No entiendo... ​—formulé al fin.

Soltó un resoplido.

​—Al parecer tengo que explicártelo con dibujitos —murmuró de forma amarga. Apreté mi mano en un puño para mantener mi autocontrol—. Seré directo, Tae-oh. He pensado mucho en esto y, aprovechando la oportunidad de que nos presentaste a tu novia, tomé la determinada decisión de que no perderás más el tiempo y te casaras con esa chica.

Mis ojos se abrieron de golpe. Sinceramente tenía muchas ganas de reír al escucharlo decir aquello con tanta seguridad.

​—¿Cómo que me casaré con ella? ​—pregunté entre la burla y la confusión.

​—Sé que todo lo que digo te toma por sorpresa, Jung Tae-oh. Pero créeme, estoy siendo comprensivo contigo.

​—¿Q-qué tú estás siendo comprensivo conmigo? Por favor, padre, se más claro. No estoy entendiendo nada de lo que dices.

Mientras escribía algo en su computador, explicó:

​—Sabes que trabajé muy duro para que la empresa, que ahora manejo, tenga tanto éxito. Y tú serás el sucesor de dicha empresa cuando no esté; pero Tae-oh, tengo que estar seguro de una cosa.

Me enamoré de un ¿medio coreano?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora