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Yo, una simple y común cafetería. Tú, un gran y caro restaurante.


—¡Liane Dixon, mesa 8 por favor! —grita una compañera de trabajo por detrás de la barra.

A torpes pasos, acompañada de una libreta y un bolígrafo en mis manos, camino hasta la respectiva mesa intentando no chocar con nada ni nadie. Al llegar hacia donde me ordenaron, intento dar una de mis mejores sonrisas a la pareja que tengo sentada enfrente de mí, preguntando qué es lo que quieren con un tono de voz dulce y, en mi idioma.

Sí, puede sonar extraño, ir a Corea y hablar español con cualquier persona. La verdad no es esa, la cafetería en la que me encuentro, el Loving coffee shop, al ser muy frecuentada su búsqueda en las redes sociales, es también muy visitada por los turistas de diferentes países. Por lo tanto, el encargado de aquí, contrata a personas con la capacidad de hablar 2 o más idiomas y así, beneficiase de los viajantes emocionados por conocer el país.

Y puede ser que haya mentido un poquito con mi currículum... sólo un poco. Tal vez haya dicho que hablaba a la perfección el idioma de éste país, cuando la realidad es que apenas se decir "Hola". Fue una mentira para ayudar a la sociedad.

Y con sociedad, me refiero a mí.

Necesito un trabajo para poder mantenerme, no todo es tan fácil como lo hacen ver las películas. Así que antes de haberme planteado la pregunta de "¿Estoy preparada para cambiarme de país?" tuve que buscar un buen trabajo, que deje buenas ganancias ‹‹oh bueno, por lo menos algo de ganancia como para poder pagar mi alimento y estadía›› y que las personas nunca dejen de frecuentar ahí. Y para aclarar, no solamente mandé currículum a esta cafetería, sino a otras diez más por si acaso... aunque únicamente me aceptaron en esta.

Anoto todo lo que ordena la pareja a la velocidad de la luz y letra desprolija:

‹‹¿A qué temperatura ambiente se refieren? Afuera está congelando, y dudo que quieran agua con hielo››

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‹‹¿A qué temperatura ambiente se refieren? Afuera está congelando, y dudo que quieran agua con hielo››. Inclino un poco mi cabeza hacia el frente con una sonrisa de labios cerrados antes de caminar hacia otra de las mesas. Y así sucesivamente... hasta creo que mis mejillas duelen de tanto sonreír, pues desde que he llegado aquí no he parado de tomar órdenes de clientes ni por un segundo. Suspiro con cansancio, dirigiéndome con pasos rápidos a la barra.

—¡Ánimo! hoy no hay tanta clientela como lo es habitualmente— intenta animarme la chica de ojos verdes y rizos rubios, mientras toma mi libreta arrancando las hojas escritas con los pedidos para pasarlas a otro compañero.

Volteo para tener una vista panorámica de toda la cafetería y contar la cantidad de personas que hay dentro, sin mencionar a los trabajadores. Según la chica... ¿Estas son pocas personas? el lugar es grandísimo y muy voluminoso. Hay mesas rectangulares pegadas a los murales con vinilos decorativos de ladrillos grises claro, otra gran cantidad de mesas en el centro y todas de un brillante color blanco llamativo. ¡Ah, casi lo olvidaba...! también hay una larga mesa de madera pegada al ventanal con taburetes a juego, y un pequeño lugar de descanso con algunos sillones de cabecera y apoyabrazos de color beige para los clientes.

Me enamoré de un ¿medio coreano?Where stories live. Discover now