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Solo diviertete un poco. 

—¡Okay, okay! Es mi turno — llevando un vaso con cerveza a sus labios, exclamó Leonel, o como le gustaba que le llamaran: León. Sí exacto, como a los animales.

Es un tipo alto, de vestimenta casual, cabello negro con mechones teñidos de rubio, ojos verdes claros y de cuerpo fornido, ah, y también provenía de España. No me encontraba solamente con él, éramos mis compañeros de trabajo y yo. Antes de salir de la cafetería, acordaron que irían a un bar a charlar y pasarla bien, no estaba segura de si quería ir, pero la chica de rizos rubios con la que más solía hablar en el trabajo, Estefanía, insistió en que fuera porque, según ella, se aburriría sin mí ‹‹¿Me vio cara de payaso o qué?››. Después de pensarlo un rato y, también, ser sobornada con tres pizzas ¡gratis! de tamaño familiar para mi sola, acepté. Exhalo. Supongo que por pasarla bien, también se referían a pasarse de copas.

Ahora, sentados en una larga mesa para siete personas en un bar que quedaba a unas pocas calles de la cafetería, mis compañeros de trabajo se encontraban bebiendo hasta lo imbebible, mientras hacían una guerra de quien contaba mejores chistes. ¿Pueden creer que haya personas que digan que los jóvenes cuando beben se ponen violentos? Pues ésta es la prueba exacta de que los jóvenes, cuando beben, se vuelven tontos.

— Un paciente entra a una consulta —con una extraña voz de borracho, el chico español comienza a contar el chiste—. Y dice: N-no sé qué me pasa, doctor, pero enseguida pierdo l-los nervios y me pongo a insultar a todo el mundo— comenzó a reírse él mismo sin haber terminado el chiste.

Suelto un bostezo, estirando mis brazos hacia arriba mientras oigo como otros rompen en carcajadas por la extraña risa de Leonel. Con sueño y aburrimiento, miro a Estefanía que se encontraba sentada delante de mí, estaba con sus codos apoyados en la mesa y la mirada atenta en el chico Español medio borracho. Miro hacia la otra punta de la mesa, donde está él, con su cabeza un poco agachada, sonrisa de ganador y ojos entrecerrados, y luego volteo a ver a Estefanía nuevamente, con la mirada en él, mientras oigo cómo suelta un suspiro al escuchar cómo se carcajea el tipo ¡Ay, no me digas! ¡¿Le gusta ese chico?! Me siento usada, como un pañuelo con mocos descartables. Me creí eso de "ven con nosotros, me aburriré sin ti" ahora sé que sólo dijo eso para que la acompañara porque tenía... ¿vergüenza, tal vez? de estar sola con él.

—El Doc dijo: está bien, cuéntamelo todo— escuché hablar a Leonel, mientras lo observaba detalladamente ‹‹¿qué es lo que Estefanía te ve?››— a lo que el tío le contesta: ¿Y qué cree que estoy haciendo, pedazo de imbécil?

Carcajadas empiezan a oírse desde nuestra mesa hasta la otra punta del bar, cuando me doy cuenta que personas voltear a ver hacia nuestra dirección. ¿Enserio todos ellos se rieron de tan pésimo chiste? Observo como todos al mismo tiempo toman sus vasos y dan, otra vez, un gran trago de alcohol. Era viernes por la noche y, un tonto juego se les vino a la mente, consistía en tomar un trago cada vez que se reían, era como el típico "si te ríes, pierdes" sólo que a este juego le llamaban "si te ríes, bebes". Me llamarán aguafiestas, pero preferí pasar, no quería estar con jaquecas mañana por la mañana, y más si tenía que ver a un inexpresivo que ya ustedes conocen muy bien.

—¡Liane! ¡Vamos, juega!— gritó, desde la otra punta de la mesa para acompañarlos en su ridículo juego, una compañera de trabajo con cabello rojo que ni siquiera sabía el nombre. Pero, lo que sí sabía, es que era muy bonita y se maquillaba muy bien. Qué envidia.

Intentando parecer lo más amigable posible, negué con la cabeza, gesto que no dejó muy convencida a la pelirroja, pues, medio tambaleante, la vi pararse de su asiento y, pisando en el suelo con sus altos tacones negros, se acercó a mí. En sus manos, pude apreciar un gran vaso de cerveza y, en el rostro de la pelirroja, una pícara y traviesa sonrisa. Cuando se sentó a un lado mío en el largo banco del bar, le sonreí ingenuamente, intentando no respirar el horrible aroma a alcohol que desprendía al decir "Liane, Liane, Liane" mientras negaba con la cabeza. Posó una de sus finas manos en mi hombro y me acerco más a ella, para susurrarme:

Me enamoré de un ¿medio coreano?Where stories live. Discover now