Capítulo 17:

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Me detuve en seco cuando casi llegué al piso, al encontrarme con nada más y nada menso que el señor Collins parada junto a la puerta.

- Pero, ¿qué...?- murmuré, llegando hasta él.

El hombre me dedicó una sonrisa ladeada y se encogió de hombros.

- Tienes un novio un poco... especial- aseveró él-. Me ha pedido que lo ayude, trayéndote aquí- me explicó.

Fruncí el ceño y alcé la llave en mi mano.

- Entonces, lo de la llave...-

- Oh, eso sí era cierto- se apresuró a decir, tomando el objeto-. Ahora entra, que te está esperando- apremió, señalando la puerta con un movimiento de cabeza.

Asentí, aún un poco conmocionada, al tiempo que él se iba rumbo al elevador y desaparecía de mi vista en menos de dos minutos.

Vale, que no estaba entendiendo muy bien de qué iba eso. Lo único que sabía era que todo eso era una encerrona de mi querido novio.

No crean, que saber eso me alegró mucho, eso sólo significaba dos cosas: quería hablar o me iba a dejar oficialmente. Sí, la segunda opción no me emocionaba mucho, pero había que ser realista.

Vamos, Jade. Sé valiente.

Solté una larga respiración antes de decidirme a abrir la puerta.

Mi mandíbula casi roza el suelo cuando vi el interior del apartamento. Todo el piso estaba cubierto de pequeñas velas, las cuales se perdían pasillo arriba, y llenaban por completo la sala de estar, la cual no tenía ni un solo mueble. Mis ojos estaban abiertos como platos. Cerré la puerta y fruncí un poco el ceño cuando vi una nota pegada a la madera por la parte de adentro.

Era del mismo tipo de la que estaba en la portada del diario que Jed dejó frente a mi puerta. La despegué y leí con atención lo que decía.

'Sigue la luz.'

Entre las velas del piso, se abría un solo espacio que era como un camino. Sonreí, medio en shock por todo eso... lo que sea que fuera.

Aún con el papel en la mano, avancé por el estrecho pasillo. En las paredes habían colgadas luces idénticas a las que Jed usó un año atrás para decorar el patio de la casa de al lado de la de mi hermano; esa noche en la que bailamos Perfect, y hablamos de tantas cosas.

Cuando pasé por la entrada de la cocina me encontré con que esa estancia también estaba llena de pequeñas velas, las cuales ocupaban las encimeras y la isleta de esa habitación. Me acordé de la noche en la que escuché los ruidos en ese lugar y fui a ver. Me encontré con Jed parado en la oscuridad, al otro lado de la isla, con los nudillos destrozados.

Salí de mi ensoñación y seguí avanzando, esta vez me adentré en el corredor que daba acceso al dormitorio. Como ahí el espacio se estrechaba, el camino estaba sorteado solo en los costados de la pared, pero en ningún momento faltó la luz.

Me pregunté de dónde había sacado tantas velas.

Me detuve frente a la puerta del dormitorio, y mis ojos chocaron con otra nota pegada en la puerta.

'Sabes que tienes mi corazón, ¿verdad?'

El mío se encogió dentro de mi pecho. Solté un suspiro de anticipación y tomé la manija de la puerta para abrir. El cuarto también estaba desnudo de muebles, pero ahí, en vez de vela, había cientos de corazones de papel colgando del techo hasta el suelo. Estaban sujetados con una cuerda y a lo largo de esta -desde arriba hasta abajo-, había muchos pequeños corazoncitos de papel en color rojo, atados. Me adentré más en la habitación, pasando mis manos por las cuerdas, tocando los corazones.

Lo que nos cuentan las estrellas✅Where stories live. Discover now