Capítulo 14:

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Ari y Carla se miraron la una a la otra, sorprendidas.

— Entonces... ¿son novios?— inquirió la pelinegra, mirando a Jed, a unos metros de nosotras.

Asentí, sonriendo.

— Dios, Jade— Carla me saltó encima, estrechándome entre sus brazos—. Me alegro mucho por ti— felicitó sinceramente.

Había esperado a un momento en el que estuviésemos solas las tres para contarles lo que había pasado dentro del almacén, junto al callejón, y ya les había dicho.

Después de salir del Callejón de los besos, habíamos decidido venir a la feria junto a la playa. Básicamente era una enorme zona a unos cien metros del mar, en donde había muchísimas atracciones, incluso una enorme noria. La idea inicial era darnos un chapuzón, pero ya estábamos en otoño, y el agua estaba helada.

Era mejor eso que pescar una pulmonía.

Carla, Ari y yo estábamos junto a uno de los puestos de comida, mientras que mi hermano y Jed —mi novio—, compraban unos tickets para poder jugar en algunas de las atracciones. Todavía era de día, eso sí, ya pasadas las cuatro de la tarde. Resulta que habíamos pasado más de un hora de camino al callejón, y otra hora completa recorriendo toda la ciudad para llegar hasta la playa. Otra de las odiseas fue encontrar un sitio para aparcar el auto.

Recién me entero de que tanta gente viene a esta feria, cosa que no tiene sentido, pero bueno.

Los chicos se acercaron con varias papeletas en las manos, mientras que nosotras teníamos vasos de malteada para ellos.

Todavía me resultaba muy extraño estar con ellos en algo que no fuera una de esas fiestas descontroladas a las que tenían como costumbre ir. No era una mala sensación, sencillamente me sorprendía a la velocidad que las cosas habían cambiado, y cómo un simple mensaje —o veintisiete— habían cambiado las cosas a las que estábamos acostumbrados.

Ahora Carla tenía... algo con Jace, aunque yo no sabía exactamente qué era, pero a los dos se les veía muy a gusto en la compañía del otro. Jed y yo estábamos juntos, y Ari había dejado de odiarlos a los dos, en general.

— Bueno, ¿a dónde vamos primero?— preguntó mi hermano, cuando él y su mejor amigo llegaron hasta donde estábamos.

Nos miramos, dudosos.

Bien, teníamos tickets y bebidas, pero no sabíamos qué hacer. Perfecto.

Creo que se les está pegando tu estupidez.

Ja, ja. Mira cómo me río.

La idea era molestar, no que te hiciera gracia.

— ¡Oh, ya sé!— saltó Carla, entregándole a Jace su bebida—. ¿Vamos a la noria?

Ari fue la primera en resoplar.

— No, yo no he venido aquí para pasarme la tarde encerrada con Carla dentro de la cabina de una cosa giratoria— alegó, negando repetidamente con la cabeza.

Le entregué a Jed el enorme vaso de color azul y rojo, mientras que ambos observábamos la discusión que iniciaba entre mis dos mejores amigas, y en la que Jace trataba de poner orden.

El pobre, aún no sabía que cuando las dos se ponían a pelear no se podía hacer nada.

— ¿Cereza?— preguntó el castaño a mi lado, alzando su vaso ligeramente.

Asentí, mientras succionaba la malteada de chocolate que había comprado para mí.

— Sé que eres alérgico al cacao— informé.

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