Capítulo 3:

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Me había quedado congelada, sin saber bien qué hacer o cómo reaccionar.

Él estaba ahí, a menos de dos metros de mí dentro del ascensor, con la misma cara de conmoción que yo debía de tener.

Todo me golpeó con fuerza en ese preciso instante. Las mentiras, el dolor, la sensación de haber sido usada, lo que dijo Cristina esa noche, y la manera tan horrible en la que me había enterado de que Jed no era quien yo pensaba.

Verlo me recordó todo lo que me había pasado siete meses intentando sanar. Fue como un baldazo de agua fría en el que mi propia mente me dijo: aún no ha pasado. Y es no, no había pasado, a pesar de que casi me llego a convencer de que sí.

El castaño reaccionó y dio varios pasos hacia adelante, intentando acercarse. Lo miré con horror.

No, aléjate.

Era hora de salir de ahí.

- Jade, ¿qué haces aquí?- preguntó muy suavemente, usando el mismo tono con el que me había dicho que me quería.

Hipócrita.

Por instinto retrocedí. No lo quería cerca, no quería saber de él. Y Dios, que difícil era retroceder. Estaba más guapo, más... adulto. Sí, ya sé, ¿cómo es que una persona se ve más adulta después de siete míseros meses? No lo sé, pero así era.

Su cabello había crecido un poco, pero no demasiado, lo que me indicó que se lo seguía cortando como siempre. Su cuerpo también había cambiado, por debajo de su camiseta negra se marcaban sus músculos y pecho con un poco más de claridad que cuando lo había visto por última vez.

¿Por qué el ex de una se ve mejor después de que la relación se termina? A ver, ¿cuál es la necesidad?

No esperé a que se acercara ni un centímetro más, e hice lo que me pareció lo más sensato en ese momento.

A que no adivinan lo que hizo.

Conciencia, se te debería de quitar esa maña de llegar en los momentos equivocados.

Yo siempre llego cuando debo, chikinena.

Sí, salí corriendo.

Bueno, no corriendo...

No. Emprendiste una huida desesperada, ¿no?

Jed, detrás de mí, salió del elevador, avanzando a mi espalda, llamándome con toda la fuerza. Hasta ahí, en medio de mi desespero por llegar a las escaleras, lo escuchaba agitado.

- ¡Jade, espera, por favor!- me llamó.

- ¡¿Qué, a ver?!- grité, después de detenerme de golpe y girarme violentamente hacia él. Mi respiración estaba hecha un desastre, y no por la carrera, precisamente-. ¿Qué es lo que quieres? ¿Por qué me persigues? ¿Era muy difícil quedarse dentro del elevador e irte a donde sea que ibas?- pregunté.

Con Cristina, seguro que a eso iba así de perfumado.

Pero, ¿y a mí qué más me daba? Lo que Jed hiciera con su novia, no me importaba en lo absoluto. Claro que no. No me interesaba, es más, los dos se podían ir a la mierda; tomaditos de la mano y todo.

Por cierto, sí, volvía a ser Jared.

El castaño largó una prolongada exhalación y me miró por entre sus largas pestañas. Con ese gesto me di cuenta del semblante de cansancio en su rostro, lucía agotado. Seguramente la universidad lo tenía así. Igual estaba en medio de los exámenes para pasar de año, o algo así.

Oh, no. Si era así, debía de estar estresado a Nivel Dios. Jed se tomaba muy en serio su carrera y cuando tenía que hacer alguna prueba, se ponía de los nervios. ¿Estaba durmiendo? ¿Estaba comiendo viendo?

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