Capítulo 5:

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Antes de comenzar quiero decirles que no tuve mucho tiempo de revisar los dos capítulos, así que si hay algún error ni siquiera duden en decirme ;)

Maratón 1/2

Dejé la pesada caja en el suelo del pasillo, más específicamente delante de la puerta de la que sería mi habitación.

Solté una maldición cuando casi me voy de boca contra el piso por el desmesurado peso que estaba cargando.

¿Saben de esas veces en las que te pones a ver cada una de las cosas que tienes, y te parece una barbaridad la cantidad de objetos inútiles que posees? Bueno, yo me había pasado toda la mudanza con ese pensamiento dándome vueltas en la cabeza.

- ¿Ya has terminado?- le pregunté a mi hermano cuando regresé al salón.

El aludido se comenzó a abanicar con la mano dramáticamente.

- Gracias a todo lo sagrado, sí- contestó.

Le dediqué una pequeña sonrisa.

- Gracias por haberme ayudado, idiota.

- No iba a perder la oportunidad de faltar un día a la universidad, enana- replicó él, como si fuera bastante obvio.

Rodé los ojos con diversión. En ese momento Carla, Ari y mi padre, hicieron acto de presencia en el departamento. Los tres se veían igual de cansados que Jace y yo.

Digamos que tengo demasiadas cosas, y eso, sumado a todas las que Stev... mi padre, insistió en comprar para que me pudiera instalar, son la principal causa.

Eran cerca de las cuatro de la tarde, y llevábamos horas transportando cajas desde el camión que estaba estacionado junto a la acera del edificio, hasta la quinta planta. Gracias a Dios estaba el elevador, sino, nos hubiésemos muerto a medio camino, en las escaleras.

El piso estaba completamente amueblado, lo único que tuve que comprar fue una cama, y sólo por decisión de mi padre, quien había insistido tanto en cambiar la mueblería del dormitorio que yo iba a ocupar, que al final no tuve muchas opciones que digamos. Como les dije antes, no tuve que preocuparme por comprar nada de lo que necesitaba para el departamento, porque mi padre y mi hermano se habían encargado de todo.

Jace fue hasta uno de los sofás en la sala de estar, y se dejó caer sobre él, haciendo que los cojines del otro extremo del mueble saltaran.

- ¡Oye! Ve a ver si me vas a romper el sofá- lo señalé con un dedo.

Mi hermano soltó una carcajada.

- Ya suena a mujer responsable y todo- comentó entre risas-. Papá, ya es una mujer responsable- dijo, estirando un poco la cabeza para mirar al hombre, que venía saliendo de la cocina con un vaso de agua en la mano.

Puse los ojos en blanco y me fui hasta la habitación, dejándolos a ellos en la sala, conversando de no sé qué. En el recorrido, tomé una de las cajas que había en el suelo del pasillo, que tenía escrito dormitorio con un marcador negro.

Sonreí como una tonta cuando entré en la estancia.

Esa era mi casa. Mi primera casa, y no podía estar más feliz.

Dejé la caja sobre el colchón, el cual no tenía todavía ninguna sábana o almohada; esas cosas aún estaban en el paquete que habían mandado desde la tienda donde compraron la cama.

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