Capítulo 18:

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Un largo e intenso bostezo escapó de mis labios en el preciso instante en el que Jed aparcó en el camino de entrada de mi casa. Saqué mi celular de uno de los bolsillos de mi sudadera y vi que eran pasadas las siete de la mañana.

Después de estar por un largo rato en la casa de mi mejor amiga, habíamos decidido regresar a nuestras casas. Ya habíamos pasado a dejar a Ari, mientras que a Jace lo dejamos en la estación de autobús porque tenía clase a primera hora. En serio me compadecía de su pobre alma; toda la noche sin dormir y tener que aguantar una larga hora de alguna de las aburridas materias que se estudiaban en la carrera de medicina.

Oh, sí, mi querido hermano, al igual que su mejor amigo, tenían toda la pinta de ser jóvenes sin ninguna aspiración a futuro, pero ambos estaban en segundo año de medicina.

— Oye, tú— llamé al chico a mi lado.

— Que brusca, Chucky— se mofó, girando su rostro hacia mí.

Le dediqué una diminuta sonrisa.

— Gracias por habernos ayudado esta noche, imbécil— dije sinceramente.

Los ojos azules del chico se achinaron cuando sonrió ampliamente.

— No fue nada, lo hice con todo gusto, en serio— repuso—. Al final va a resultar que tus amigas y tú no son tan insoportables, después de todo— añadió.

Enarqué una ceja en su dirección.

— Espera, ¿estás admitiendo que te arrepientes de haber dedicado más de media vida a molestarnos?— inquirí.

El castaño negó con la cabeza, todavía con una sonrisa divertida en los labios.

— No, de esos jamás me voy a arrepentir, Chucky querida— rebatió—. De lo que me arrepiento es de haberlas juzgado mal— dijo, adoptando un gesto más serio.

Dejé salir un largo suspiro, llevando mis ojos hacia adelante para mirar por el cristal delantero.

— Muchas cosas han cambiado en estos meses— dije, pero fue más un pensamiento en voz alta.

Y era cierto, una de mis mejores amigas estaba con mi hermano, y pocas horas antes habíamos enfrentado a sus padres para evitar que la alejaran de él. Luego estábamos Jed y yo, una de las parejas más complicadas de la historia.

Entonces, recordé algo que me había estado dando vueltas en la cabeza desde la tarde del día anterior.

— Jed, con respecto a nosotros...— comencé a decir, volviéndome para mirarlo.

— ¿Qué pasa?

— Eso es lo que quiero saber yo— repuse—. ¿Qué pasa con nosotros?— repetí, clavando mis ojos en los suyos.

Jed se desabrochó el cinturón de seguridad, para así tener más libertad de movimiento y poder girarse por completo en su asiento y mirarme de frente. Instintivamente hice lo mismo.

— Jade, después de que te dejé en casa ayer estuve dándole vueltas a nuestra relación, y a lo que deberíamos hacer— se aclaró la garganta—. A lo que yo debería hacer.

Resoplé, incómoda.

— Jed, si estás haciendo esto por el simple hecho de que te haya dicho que te quiero, déjame decirte que no es necesario en lo absoluto— señalé, muy decidida—. Eso solamente fue... un impulso, nada más. Algo que no tendría que haber pasado.

Una sonrisa ladina surcó los labios del chico frente a mí.

— Justo por eso sé que fue real, como tus sentimientos; porque fue un impulso— expuso, igual de seguro de sus palabras que yo—. Porque no hay nada más que genuinidad en las cosas que no planeamos hacer.

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