Capítulo 5:

2.2K 316 154
                                    

Me abracé a mí misma, pero no dejé de caminar. Maldije por lo bajo.

Por mucho que me molestara seguir, no me detendría hasta llegar a mi casa. Lo único que quería era darme una ducha caliente y meterme en la cama hasta que Cristo bajara a decirme que era suficiente. Me lo merecía. Tenía el derecho a hacerlo.

En ese momento pasó lo último que me faltaba para que la noche oficialmente se convirtiera en una de las peores: comenzó a llover. Y no un par de gotas, no, un señor aguacero.

Pero, ¡si ni siquiera estaba nublado! Miré hacia arriba, dedicándole una mirada de odio al cielo. Solamente habían pasado unos segundos y ya estaba completamente empapada. Perfecto. Sencillamente perfecto. Solté un suspiro sonoro y seguí avanzando. Ya estaba calada hasta los huesos, así que no había mucho por hacer.

De repente, una mano se aferró a mi brazo, haciendo que diera un respingo, porque todo estaba en un silencio y una tranquilidad sepulcrales.

— ¿Qué quieres? ¿Y por qué demonios me has seguido?— inquirí, molesta, matando a Jed con la mirada.

Listo, este chico quería que me metieran en la cárcel... pero por matarlo a él mismo.

¿Podrías callarte a ver qué quiere?

— ¿Te has vuelto loca?— me miró de arriba a abajo—. Vas a enfermarte. Vamos al auto, te llevo a casa— señaló a su espalda.

No me había dado cuenta antes de que estuviera detrás de mí, porque había estacionado su coche a varios metros de distancia. Y con el sonido de la lluvia no lo escuché.

— No, gracias, prefiero caminar— rechacé su ofrecimiento.

Podía meterse su auto y su amabilidad por el...-

Corazón, el corazón.

— Me pregunto cuándo te va a entrar en la cabeza que tu opinión para mí tiene la misma función que una crayola blanca— puso los ojos en blanco—. Ahora camina— me jaló por la mano.

— ¡Te dije que no!— me zafé de su agarre bruscamente—. Déjame en pazmanoteé cuando hizo ademán de volver a agarrarme—. Y si me da una pulmonía y me muero, pues mejor para ti.

Jed me observó como si estuviera loca. A lo mejor lo estaba, ya no dudaba nada. — Jade, deja de ser tan inmadura y sube al coche— exigió, con voz seria.

— ¿Sabes ese gilipollas que algunas personas llevan por dentro? Bueno, tú lo traes por fuera.

— Te lo voy a decir por última vez— gruñó—. Entra en el auto.

Negué con la cabeza y me giré para seguir mi camino. No me iba a subir con él en su maldito auto, no me volvería a acercar a él, ni nada por el estilo. Era lo mejor, él había dejado claro desde un inicio que no le interesaba nada que tuviera que ver conmigo, sólo que no fui lo suficientemente lista como para verlo.

— Bien— lo escuché decir.

Solamente había dado unos pocos pasos cuando Jed pasó por mi lado a toda velocidad. Se detuvo delante de mí, haciendo que me parara en seco también. Se inclinó hacia adelante y, ¡sorpresa! Antes de que reaccionara, estaba tumbada sobre su hombro, y me llevaba calle arriba, hacia el vehículo.

— ¡Jared, bájame ahora mismo!— le exigí.

— Perdiste el derecho a exigir nada cuando comenzaste a comportarte como una niña de dos putos años— respondió con mal genio.

¿¡Él estaba enojado!? ¡Yo quería matarlo!

— ¡Jared Thompson, ponme en el suelo, o te juro...!

Lo que nos cuentan las estrellas✅Место, где живут истории. Откройте их для себя