Capítulo 4:

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- A ver si entiendo.

Carla, en medio de su shock, alzó una mano para detenerme de mi explicación. Sacudió la cabeza antes de hablar.

- ¿Estás diciéndome que te encontraste con Jed en el edificio donde vivirás?- asentí pesadamente-. El maldito bastardo, hijo de puta, cabrón, que te engañó y te rompió el corazón; ¿ese Jed?

Solté una larga exhalación, y volví a asentir una vez más.

Después de haberme pasado unos minutos sentada en esas escaleras, llorando, tomé un taxi y me fui a mi casa. Eran pasadas las diez de la mañana, así que asumí que todos estarían fuera; gran error. Lo primero que hice fue ponerme a lanzar improperios al aire, y Carla, que sí estaba en la casa, me escuchó.

Obviamente no funcionó decirle que no me pasaba nada, no después de que me había cagado en la madre de Jed.

- ¿Y qué hacía ahí?- inquirió.

Me encogí de hombros.

- No tengo ni la más remota idea- respondí-. Lo único que sé es que, cuando las puertas del elevador se abrieron, él estaba dentro- añadí, con mis hombros decayendo a mis costados.

En todo el camino de regreso me la había pasado haciéndome esa misma pregunta. ¿Qué demonios estaba haciendo ahí precisamente?

Entonces, una idea se iluminó en mi mente.

- ¿Jace sigue hablando con él?- le pregunté a la castaña.

Mi mejor amiga resopló.

- Sí- contestó con pesar-. Después de que nos contaste lo que había pasado, y que ese fue el motivo por el que te fuiste, Jace se puso como loco. Fue a buscar a Jed a su piso, casi lo muele a golpes- puso una mueca-. Si no llega a ser porque Ari y yo lo seguimos por el estado en que estaba, lo hubiera matado, fijo.

Un escalofrío recorrió mi espina dorsal de arriba abajo. Le creía, porque yo sabía como solía ponerse mi hermano. Muy pocas veces en mi vida había presenciado situaciones en las que él estuviera realmente molesto, pero esas habían sido suficientes como para saber que mi mejor amiga no exageraba.

- Como sea- volvió a hablar, regresándome a la realidad-. Tenían un proyecto de práctica muy importante de una de las materias de la universidad, así que tenían que pasar tiempo juntos preparándose- explicó ella-. Sólo se veían para eso, y cuando Jace intentaba hablar con el otro sobre lo que había pasado entre ustedes, Jed recogía sus cosas y se iba, y no aparecía hasta el día siguiente.

Puse una mueca.

- ¿Y después?- pregunté, incitándola a que continuara.

Carla largó un suspiro antes de continuar.

- Cuando terminaron lo que tenían que hacer, Jed se fue y nunca más vino aquí- la castaña me dedicó una mirada que no supe interpretar muy bien, y añadió:-. Eso fue hace seis meses.

Mi boca se abrió formando una enorme 'O'.

- ¿Hace seis meses que mi hermano y él no se hablan?- ella asintió.

No pude remediar que la culpa me recorriera. Seis meses desde la última vez que se habían dirigido la palabra. En ese momento me sentí culpable por eso, y es que, en cierta medida, lo era.

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